El 13 de agosto comenzó en La Plata el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. El debate incluye imputaciones a 19 represores por 84 casos, 31 de los cuales corresponde a personas detenidas-desaparecidas. LAS AUDIENCIAS SON LOS MIÉRCOLES DESDE LAS 10 AM EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE LA PLATA, CALLE 8 Y 50. (Se extenderá hasta 2019).

martes, 14 de mayo de 2019

10 DE ABRIL: VIGESIMO CUARTA AUDIENCIA

PONER LA VOZ
Con los testimonios de dos sobrevivientes y la hermana de un estudiante desaparecido continuó el debate por la Brigada de San Justo. Nora Liberman, que estuvo 40 días desaparecida en la Brigada con su esposo Luis Tarquini; Cirila Benítez, referente de la militancia barrial  en el Complejo Habitacional 17 de Ciudad Evita y sobreviviente de 5 CCD de zona oeste; y Elda Rodríguez, hermana del militante de la UES Enrique “Pluma” Rodríguez desaparecido desde la Brigada San Justo, le pusieron voz al horror vivido en la última dictadura. Además la querella de Justicia Ya LA Plata denunció la situación de la domiciliaria del genocida Leopoldo Luis Baume y volvió a solicitar su revocatoria.
Por HIJOS La Plata




La audiencia se inició con el relato de NORA LIBERMAN, quien testimonió por videoconferencia desde Tenerife, España. Nora es sobreviviente de San Justo, al igual que su esposo LUIS TARQUINI. Ambos son caso en la acusación contra 15 represores en este debate. La sobreviviente contó que con su marido trabajaban en una librería que tenían en calle Agüero de Morón. El 5 de abril de 1978 Luis se había quedado en el local con su hija mayor, mientras Nora llevaba a su hijo menor a casa de una señora que se lo cuidaba desde hacía poco tiempo. Cuando regresó al local encontró la puerta cerrada, alguien le abrió y la hizo pasar y encontró 6 o 7 personas de civil con armas largas que tenían maniatado a Tarquini y habían separado a su hija. Nora agarró a su hija paro fue apartada y  maniatada. Nora recuerda que el que dirigía el operativo era un represor joven de cabello rubio y tez blanca. Entonces la pareja fue sacada por separado en el piso de dos autos distintos. A Nora la hicieron decirles la dirección de su casa. Así hizo. Los llevó hasta la casa de Monseñor Solari en Morón, donde vivían con sus suegros, donde la madre de Tarquini presenció el operativo y donde tras diez minutos volvieron a salir con la pareja secuestrada en viaje de 15 minutos hasta la Brigada de San Justo. Al bajar a Nora la sacaron tabicada, la hicieron subir una escalera y la tiraron sola en una pequeña celda ciega. Allí uno de los guardias le ofreció agua o ir al baño. “En todo ese tiempo estuve esperando que me llevaran a la tortura, pero no ocurrió”, dijo la testigo. Así estuvo 5 o 6 días hasta que la llevaron a otra celda con 3 chicas a las que le dijeron que estaba en San Justo y que “eran del entorno de la militancia de mi marido y ya habían sido torturadas. No hablábamos mucho, estábamos todas bastante shockeadas, y a mí me venían a amenazar con llevarme a la parrilla”. Eran Olga Araujo, Amalia Marrón y Elisa Moreno, a quienes conocía Tarquini de las tareas sociales en el Complejo 17 de Ciudad Evita. Las tres sobrevivientes y las dos primeras ya dieron testimonio en este debate. En San Justo distintos represores pasaban a controlarlas, les traían una comida incomible y las hacían lavar ropa cuyo origen desconocían. En una ocasión la llevaron a un interrogatorio en una sala del primer piso, donde le preguntaron por su familia y si militaba, y especialmente por su apellido judío. En otra oportunidad pudo hablar brevemente con su esposo mientras éste iba al baño. Otra vez les dijeron que iba a visitar el lugar un alto jefe militar, entonces las tabicaron a las 4 detenidas, las sentaron alrededor de una mesa y vivieron la visita de un personaje que habló con las detenidas: ella le dijo que era madre y que tenía una librería y el represor le respondió con ironía “entre otras cosas”. De los represores recordó a “King Kong”, que tenía acento provinciano, “Rubio”, “Teta” y “Víbora”.
Así pasó Liberman 40 días en la Brigada, y un día le informan que habían liberado a su esposo, que era “un perejil” y que a ella la liberarían al día siguiente: “pensé que lo habían matado y que al día siguiente me tocaba a mí”, dijo la testigo. Sin embargo al otro día, 16 de mayo de 1978, la sacaron en un auto, tabicada, de noche y la dejaron en cerca de la avenida General Paz con dinero para el boleto de colectivo. Al llegar a casa de sus suegros éstos le dijeron que su esposo y sus hijos estaban en la casa de su cuñada. Cuando pudo verlos se enteró que su hija había sido dejada en un local comercial vecino y su hijo menor había sido retenido por la familia que lo cuidaba y sólo se lo entregaron a un amigo de su marido que era militar.
Cuando pudo hablar con su marido le contó que había sido llevado a San Justo, lo habían llevado a una celda aislado, lo golpearon, sufrió un simulacro de fusilamiento y lo torturaron con picana reiteradamente.
Al referirse a la vida que tuvo que llevar posterior a su liberación dijo que fue “una vida destrozada, porque realmente estábamos imposibilitados de salir de la casa de nuestro cuñado, o volver a nuestra casa, y como Luis era italiano, nacido en Roma, a través del Consulado nos dieron a mí y a mis hijos la ciudadanía en una semana, nos pagaron los pasajes y salimos a Italia.
Para finalizar la testigo se refirió a los genocidas imputados en el juicio al decir “Durante muchos años me he preguntado en qué estadio de la evolución humana estuvo la gente que nos hizo lo que nos hicieron, cómo fueron capaces de torturar a tanta gente, de separarlos de sus familias, y qué les prometieron. Si les prometieron impunidad y poder sobre la vida. Vida que es sagrada y que ellos nunca respetaron. Y como sé que no están presentes quisiera saber si tienen hijos qué le contaron a sus hijos, si sus hijos saben o no lo que han hecho. Quiero que esto sirva para mis hijos y los hijos de mis hijos, para que sepan reconocer las injusticias, y luchar contra ellas. Para que esto no se vuelva a repetir. Para que la sangre derramada de la gente que han asesinado sirva para que las nuevas generaciones sepan hacer una Argentina grande, porque el arma más fuerte que hay es la Verdad. Agradezco esta oportunidad a todas las organizaciones de Derechos Humanos. Y mi gran pesar es que mi marido no llegó. Le puse voz también a Luis Tarquini, porque su corazón quedó muy destrozado y se perdió esta oportunidad que yo recogí”.


A continuación se escuchó el testimonio de CIRILA BENITEZ, sobreviviente de 5 Centros Clandestinos de Detención que testimonió en este debate por los casos de sus esposo Aureliano Araujo, y varios familiares más, todos ellos secuestrados y llevados a la Brigada de San justo.
En la década del ’70 Cirila fue referente barrial del Complejo habitacional 17 de Ciudad Evita, y como tal electa presidenta de la Comisión de madres de la Junta Vecinal del Complejo. Junto a su esposo Aureliano Araujo fueron los principales impulsores de esa experiencia de organización barrial en La Matanza que fue especialmente perseguida por el Terrorismo de Estado de la última dictadura.
La testigo relató que el mismísimo 24 de marzo de 1976 llegó un operativo a su casa del complejo como a la 1 de la mañana. Un grupo de hombres de civil y armados entró violentamente a su casa, revisaron todo y preguntaron por su esposo. Entonces le dijeron que la iban a llevar por “averiguación de antecedentes”. La tabicaron y le ataron las manos, junto a sus cuñadas Olga y Teresa Araujo y un muchacho del barrio. Los pusieron en una camioneta y tras un viaje muy corto las llevaron al Regimiento 3 de La Tablada, ubicado en frente al complejo. Allí fue alojada sola, estuvo varias horas y fue torturada e interrogada sobre los nombres de los referentes del barrio. Luego fueron llevados las 4 personas al CCD “Puente 12”, en Autopista Ricchieri y Ruta 4. En este lugar, al que identificó porque se lo dijeron otros detenidos y donde estuvo siempre tabicada, la amenazaron de asesinarla o hacerle daño a sus hijos de 3, 5 y 8 años si no hablaba, en lo que la sobreviviente definió como “una tortura psicológica”. Tras varios días en Puente 12 fue llevada sola a lo que ella cree era la Sub comisaría de Laferrere, donde continuó siendo violentada psicológicamente. Tras esto fue pasada al “Pozo de Banfield” y alojada sola, la interrogaron sobre sus relaciones sociales y políticas. Después la llevaron a la Comisaría de Monte Grande, donde compartió celda con tres jóvenes a los que desconocía y donde continuó el “verdugueo”. Finalmente la pusieron a disposición del Poder Ejecutivo y la alojaron en la cárcel de Olmos. Después la llevaron a la cárcel de Devoto, a Coordinación Federal, a la cárcel de Ezeiza y la liberaron en 1978 con su salida del país a Holanda.
Cirila contó que la tarea social que desarrollaba en el Complejo 17 se basaba en la creación de una Junta Vecinal, que presidía su esposo, y la instalación de una sala sanitaria desde la que ella coordinaba la vacunación de los niños con la colaboración de los médicos Norberto Liwski, Francisco García Fernández Jorge Heuman, Raúl Petruch y otros.
Ya instalada en Holanda se enteró que sus hijos estaban con su hermana y la anoticiaron del secuestro de su esposo Aureliano Araujo y su concuñado Abel De León, ocurrido el 8 de abril de 1978. Posteriormente logró que le enviaran a sus hijos a Holanda. Desde el exterior tomó conocimiento de la misa que se realizó en marzo del ’78 en la catedral de San justo para pedir por su liberación y contra su expulsión de país. En esa instancia fueron detenidos nuevamente sus familiares Teresa y Olga Araujo, el primo de Olga, Estanislao Araujo, el esposo de y otra decena de militantes y colaboradores del barrio que fueron todos llevados a la Brigada de San Justo.
Como se sabe se encuentra agregado a la causa un informe con base en material de la Dirección de Inteligencia de la bonaerense (DIPPBA) que detalla que la Delegación de Inteligencia n° 1 de Morón-San Justo venía haciendo tareas de inteligencia sobre Cirila y otras personas activistas del barrio por lo menos desde enero de 1976. Allí los represores realizaban una semblanza completa de Cirila y la sindicaban como organizadora de la ocupación en el barrio y como militante del PCR. En base a ese informe se desató luego la cacería.


El testimonio final de la jornada fue el de ELDA RODRÍGUEZ, hermana de Enrique Ricardo “Pluma” Rodríguez, militante de la UES zona oeste desaparecido el 16 de septiembre de 1977 tras ser secuestrado de la casa de sus padres, Juan ventura Rodríguez y Epifania Ramírez, quienes fueron asesinados en el operativo.
La testigo relató que vivía en Ruta 3 Km 30 y esa semana su madre la había visitado porque ella estaba con paperas. Luego su madre volvió a su casa de la calle 4 de septiembre al 2.400 en Hurlingham diciendo que volvería temprano al otro día. Al no regresar, Elda se preocupó, pero tuvo que quedarse con sus hijos de 4 años y 10 meses. Sí la visitaron su hermana, su cuñada y su hermano más grande. Finalmente el padre de sus hijos le comentó que había habido un operativo en casa de sus padres. “Ahí empezó la nada para mi vida”, dijo Elda “no sabía bien lo que había pasado y después supimos por dichos de vecinos que se comunicaron”. Dijo que a través de un primo que estaba activo en la Fuerza Aérea en Chamical pudieron conocer detalles del hecho y que los cuerpos de los padres estaban en la Comisaría de Hurlingham. Cuando fueron a esa dependencia les dijeron que los cuerpos habían sido llevados al cementerio de Morón. Pese a moverse con rapidez, en el cementerio descubrieron que ya estaban enterrados como NN.
Por diversos relatos de vecinos y las averiguaciones de su primo pudieron saber que en el operativo actuó una patota con un camión en la puerta, que sacaron a sus padres violentamente a la mitad de la calle y los alternaban sacándolos e ingresándolos a la casa de a uno. Su madre gritaba que no les hicieran nada y un vecino que quiso interceder fue amenazado por los represores. Finalmente los entraron y los asesinaron a tiros en la cocina.
Cuando los genocidas se retiraron un vecino y amigo del padre ingresó a la casa y vio que habían sido rematados con un tiro de gracia cada uno.
También supo que su hermano Enrique “Pluma” Rodríguez estaba en la casa con su compañero Ricardo “Polenta” Pérez. Ambos tenían 20 años, militaban en la UES y al ver el operativo quisieron escapar por los fondos, pero fueron secuestrados. “Pluma” realizaba tareas sociales en la zona, entre ellas teatro barrial con Alejandro “Indio” Aibar, también militante de la UES, secuestrado y desaparecido cuatro días después que “Pluma” y “Polenta”.
El episodio ocurrido en la casa de los Rodríguez fue relatado en 2015 ante el tribunal Oral de San Martín en la causa caratulada “Barberis, Marcelo Eduardo y otros” conocida como Mansión Seré. Allí el soldado Witold Jorge Nowakowski que “a fines del año 1977 o principios de 1978 un “hecho de violencia” lo impresionó de sobremanera, ocurrió en un domicilio ubicado en la localidad de William Morris, partido de Hurlingham, donde funcionaba una fábrica de guantes. En aquel operativo, observó cuero cabelludo con huesos, masa encefálica y manchas de sangre sobre una pared. No vio cadáveres. Es una imagen que nunca se me borró (…) para mí fue un saqueo tipo botín de guerra”. Agregó que “Había asistido con el objeto de ‘asegurar la zona’ mientras detenían gente pero en lugar de ello se llevaron todo lo que había en el lugar y lo depositaron en unos hangares." En la misma causa el personal civil de la I° Brigada Aérea de “El Palomar”, Francisco Luis Ventosa, dijo que “en la Base estaba el Grupo de Tareas 100, el cual era un grupo dedicado a operativos o la lucha contra la subversión,” y que “cerca de un hangar había como un depósito de diversas cosas, heladeras, electrodomésticos y recordó una oportunidad en la que aparecieron gran cantidad de guantes de cuero”.
Elda contó que su padre tenía un taller de guantes finos en su casa y que tras el operativo los genocidas vinieron con un camión se robaron las máquinas, los cueros y todos los elementos del taller más las cosas de la casa. La noche anterior habían ido a buscar a su casa de Hurlingham a Jorge Antonio Catanese, que trabajaba con su padre y era militante de Montoneros. Catanese fue visto por los carpinteros de apellido Moreno, secuestrados en la Brigada de San Justo la segunda quincena de septiembre del ‘77, y continúa desaparecido. 
Elda aseguró que en los homenajes que se realizaron a su hermano y sus padres, conoció a la sobreviviente Adriana Martín, quien le contó que había estado detenida con su hermano en la Brigada de San justo. Adriana contó en la 4ta audiencia de este debate que compartió cautiverio en San justo con  muchos de sus compañeros de la UES zona oeste, entre ellos “Pluma” Rodríguez” y “Polenta” Pérez, y que presenció un episodio de fines de diciembre de 1977donde  todos los integrantes del grupo fueron sacados tabicados en varios vehículos y fusilados con diversos disparos. Los 9 militantes de la UES zona oeste continúan desaparecidos y sus cuerpos nunca fueron hallados.
La hermana de “Pluma” Rodríguez dijo que tras los hechos de secuestro de su hermano y asesinato de sus padres sufrió la vigilancia de un camión militar en su casa y sus hermanos que vivían en Capital Federal también fueron vigilados.
La testigo señaló que si bien sus padres no eran militantes “eran seres muy especiales, siempre estaban para sus hijos cuando los necesitaban. No tenían armas, ni un matagatos. Por eso supe que si pasaba algo los iban a matar como conejos. Eran padres de todos los pibes del barrio. Nos criaron con conciencia social y, si bien no éramos gente de dinero, siempre estaban pensando en los demás. No puedo entender como los mataron así”. Dijo que durante mucho tiempo fue todos los días al cementerio para tratar de regularizar la situación de sus padres, que continuaban inhumados como NN. Los registros falsearon  lo sucedido diciendo que los habían encontrado muertos en la esquina de la casa en ropa de cama, con múltiples heridas de bala y que habían sido víctimas de un robo. Además cuando pudo levantar los restos determinó que habían sido inhumados un arriba del otro y tuvo que dejarlos en depósito y esperar mucho tiempo una urna doble que desde el cementerio siempre le negaban. Hasta que cierto día, en el año ’80 u ’81, le informaron que el depósito había sido vaciado y los restos incinerados en un foso común. “por eso vine hoy acá, para tratar de cerrar un círculo. Ellos no eran NN, tenían  nombre y apellido. Eran gente humilde que la luchaba y criaron a sus hijos con valores”, finalizó Elda.


Antes de finalizar la audiencia las abogadas del espacio JUSTICIA YA LA PLATA, Luz Santos Morón y Pía Garralda, realizaron un planteo al tribunal sobre la situación de la domiciliaria del genocida Leopoldo Luis Baume imputado por 52 casos en esta causa, ya que se supo que se estuvo paseando libremente de La Plata a Caba en  el  marco del juicio de lesa  humanidad por el CCD “Sheraton”, que funcionó la Subcomisaría de Villa Insuperable, La Matanza, y donde recientemente  fue condenado con ejecución en suspenso. Las abogadas recalcaron que el reo está con domiciliaria y “no ha sido excarcelado”. Describieron que “El día 25 de marzo se dio  a conocer el veredicto en Comodoro Py y  Baume fue con su esposa, estuvo entre víctimas y familiares al momento de las acreditaciones y hasta estuvo  esperando en el buffet a que comenzara la audiencia. De la lectura del veredicto participaron víctimas, familiares, y  organismos de derechos humanos. A Leopoldo Luis  Baume se lo condenó a 8 años de prisión por delitos de lesa humanidad, por la privación ilegal de la libertad de Pablo Bernardo Szir, Julia Sarmiento, Luis Salvador Mercadal, María Cristina Ferrario y Delia Bisutti, y por torturas en los dos últimos casos. Sin embargo al finalizar, como si nada hubiera pasado y sin ningún tipo de custodia,  el reo Baume salió caminando junto a su esposa hacia la terminal de Retiro para esperar el colectivo, rumbo a la ciudad de La Plata. Allí lo reconocieron dos militantes de derechos humanos que  habían viajado para presenciar la sentencia”.  Las abogadas remarcaron que “es imprescindible comprender el riesgo que implica para víctimas y familiares pero también cómo puede afectarlos psicológica  y emocionalmente que pese a haber sido juzgado y en su caso condenado puedan encontrarse a un represor caminando libremente. La impunidad se percibe de diferentes formas, esta es una de ellas y además de afectar a víctimas y familiares también repercute en el conjunto de la sociedad. Esto va en clara contraposición a las obligaciones que ha asumido el Estado argentino en materia de derechos humanos de juzgar y castigar los delitos de lesa humanidad”. Tras esto pidieron que tanto el TOF platense como el de CABA informen las condiciones en las que se autorizó a trasladarse para el veredicto del 25 de marzo, que se realicen nuevos estudios médicos a  fin de determinar  el estado de salud del imputado y  se informe si dadas dichas circunstancias podría ser asistido intramuros, y finalmente que se refuerce las medidas de custodia y seguridad. Se insistió también con un planteo ya realizado por Justicia YA al inicio del debate,  como es que se revoque el beneficio del arresto domiciliario para este represor. La defensa de BAume alegó que el genocida se había apersonado al TOF1 de LA Plata para escuchar la sentencia de “Sheraton” y al ser solicitado por el TOF de CABA se dirigió personalmente hacia allá. El represor goza del beneficio de la domiciliaria en su casa de calle 49 Nº 867 1º A de La Plata, otorgada por el juez Arnaldo Corazza desde el mismo momento en que lo detuvo en la causa San Justo, en marzo de 2012. Vale con ello aclarar que 42 años después de los hechos nunca cumplió prisión efectiva por los delitos que cometió.

La próxima audiencia será el miércoles 24 de abril desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

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