El 13 de agosto comenzó en La Plata el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. El debate incluye imputaciones a 19 represores por 84 casos, 31 de los cuales corresponde a personas detenidas-desaparecidas. LAS AUDIENCIAS SON LOS MIÉRCOLES DESDE LAS 10 AM EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE LA PLATA, CALLE 8 Y 50. (Se extenderá hasta 2019).

martes, 28 de mayo de 2019

22 DE MAYO: VIGESIMA OCTAVA AUDIENCIA

El aporte de la brigada Palomar a la brigada San Justo
Con los testimonios de un ex soldado conscripto que realizó el servicio militar en dictadura en Primera Brigada Aérea de El Palomar, donde participó de operativos del terror de Estado, y la hermana de una ex detenida del Complejo Habitacional 17 de Ciudad Evita-Tablada que también sufrió secuestro y torturas, continuó el debate por uno de los CCD más grandes de la zona oeste del conurbano en dictadura.
 Por HIJOS La Plata


La audiencia se inició con la testimonial de WITOLD JORGE NOWAKOWSKI, ex soldado conscripto en la Primera Brigada Aérea de El Palomar, partido de Morón, en el año ‘77. El testigo, que ya declaró en el TOF 1 de San Martín en la causa 1861/2011 caratulada “Barberis, Marcelo Eduardo y otros” (Mansión Seré 2), detalló que fue sorteado para el servicio militar en el Distrito Militar de San Martín incorporado a la Brigada de Palomar en enero del ’77. Allí revistó en el Escuadrón Tropa y por tener aptitud de tiro lo asignaron a la Compañía COIN (Contrainsurgencia) como soldado apuntador de FAL. La compañía tenía unas 80 personas, entre apuntadores de FAL, de FAP y choferes, y se dividía en 2 grupos: los operativos, que salían a recorrer y realizar operativos en camionetas Dodge con armas pesadas y otro de apoyo que acudía a los sucesos una vez en desarrollo. Dijo que también realizó vuelos al sur en Hércules para llevar pertrechos y  que su baja anual se estiró por la vigencia del conflicto limítrofe con Chile, donde la tropa fue retenida preventivamente. Tras ser dado de baja fue reconvocado en 1978.
Sobre la dinámica interna en la Brigada del Palomar sintetizó que los soldados tenían instrucción militar, técnica y física, y que las prácticas de tiro las realizaban con material liviano en la misma dependencia y con armamento pesado y automático en Campo de Mayo, partido de San Miguel.
Preguntado por el rol real que cumplía la Fuerza Aérea en el esquema represivo en esos años el testigo dijo “yo esto lo veo ahora de grande, en ese entonces uno tenía la fantasía de hacer el servicio militar, pero a nosotros nos instruyeron para hacer operativos. Era nuestra función natural. La Fuerza Aérea hacía función de policía, porque detenía delincuentes comunes y los traslada a las comisarías, la más cercana la de Palomar, a 3 o 4 cuadras de la Brigada. A la Brigada sé que han llevado gente porque hemos ido a buscar personas a distintos domicilios. A veces nos acompañaban vehículos de civil, algunos oficiales o suboficiales que andaban de civil con nosotros. Iban en autos particulares que no puedo asegurar si era de ellos o de la Brigada, y de civil o con vestimenta mixta, pantalón de jean y campera militar. Ellos hacían operativos y nosotros íbamos de apoyo”.
Requerido específicamente sobre algún operativo de lo que ellos denominaban “lucha antisubversiva”, dijo que una vez participó como apoyo de un hecho en Hurlingham o William Morris, en una fábrica de guantes, donde “por los rastros que quedaban en el lugar se notó que había habido gente herida: restos humanos, masa encefálica, cuero cabelludo, mucho sangre en el piso y las paredes, señales de disparos. Cadáveres no vi. Nos llevaron como ‘personal de mudanza’, para cargar las máquinas y elementos que había ahí en camiones de la Brigada. Era una casa baja con un cerco en una calle de tierra”. Además recodó que “se cargaron máquinas, bolsas de guantes  y cueros. Recuerdo que después un suboficial repartió algunos guantes en la compañía”. Afirmó que los materiales levantados en esa casa se guardaron en un hangar de la Primera Brigada donde habitualmente se guardaban los carros de asalto. Y agregó que en ese hangar, además de materiales de uso habitual como cubiertas de aviones o mangueras, también había heladeras, cocinas, camas desarmadas y roperos que venían de los operativos que se realizaban.


En la audiencia 24 de este debate declaró la testigo ELDA RODRÍGUEZ, hermana de Enrique Ricardo “Pluma” Rodríguez, militante de la UES zona oeste desaparecido el 16 de septiembre de 1977 tras ser secuestrado de la casa de sus padres, Juan ventura Rodríguez y Epifania Ramírez, quienes fueron asesinados en el operativo. Por diversos relatos de vecinos y las averiguaciones de su primo pudieron saber que en el operativo actuó una patota con un camión en la puerta, que sacaron a sus padres violentamente a la mitad de la calle y los alternaban sacándolos e ingresándolos a la casa de a uno. Su madre gritaba que no les hicieran nada y un vecino que quiso interceder fue amenazado por los represores. Finalmente los entraron y los asesinaron a tiros en la cocina. Cuando los genocidas se retiraron un vecino y amigo del padre ingresó a la casa y vio que habían sido rematados con un tiro de gracia cada uno. Elda contó que su padre tenía un taller de guantes finos en su casa y que tras el operativo los genocidas vinieron con un camión se robaron las máquinas, los cueros y todos los elementos del taller más las cosas de la casa.
Preguntado sobre las dependencias policiales a las que llevaban detenidos, el ex soldado Nowakowski mencionó las comisarías de San Martín, de Caseros, de Martín Coronado, de Hurlingham y otras, a donde llevaban detenidos por pedido de asistencia de la Policía Bonaerense o “por reciprocidad”. Reconoció que pudo haberse llevado gente detenida a la Brigada de San Justo, pero como él no conocía la zona se enteraba por lo que le decían. Dijo que el Grupo de Tareas de la Primera Brigada funcionaba en el subsuelo del escuadrón Tropa, junto al casino de oficiales. Allí coordinaba el jefe de la Brigada, Santichone. Sobre la existencia de “zona liberada” el testigo dijo que a veces desde el Colegio Militar informaban por radio que se iba a hacer algún operativo y se activaban los Grupos de Tareas 10 y 11, con 2 o 3 camionetas a cargo de algún oficial, o bien en conjunto con el Grupo 1 de Vigilancia Aérea de Merlo (GIVA), con la Escuela de Suboficiales de Ezeiza o con camionetas Ford de la Séptima Brigada Aérea de Morón, que tenía mejores vehículos que ellos. Recordó que cierta vez la empresa Ford les regaló una camioneta tras filmar una publicidad en el predio. Dijo que por su experiencia “no había restricciones para ir a ningún lado”.
Contó una experiencia que vivió cuando vio que en un avión que había llegado se puso una escalera y se bajó de una patada a una mujer detenida, que estaba vendada en los ojos, y que cayó estruendosamente al piso. Luego fue alojada en un hangar con otros detenidos y a la noche se los llevaron a destino desconocido. En otra ocasión los llevaron a una casa quinta en Morón a entregar comida para unos detenidos a un lugar que no era otro que el CCD Mansión Seré, y que por la cantidad de comida que llevaban sospecha que había allí mucha gente confinada.
La Primera Brigada Aérea de El Palomar es la unidad militar aérea más antigua del país, nacida en marzo de 1949 tras la fusión de la Base Aérea Militar “El Palomar” y los Regimientos 1 y 2 de Transporte Aéreo. Su función principal fue la de transporte aéreo: en los ´60 se manejaba con los utilitarios Havilland ingleses y los Lockheed Hércules norteamericanos de transporte, en los ‘70 con los Caravelle franceses y los Fokker holandeses, y en la guerra de Malvinas desde esta Brigada se hizo transporte de personal y equipamiento.
La participación de represores de la Fuerza Aérea en el genocidio de la última dictadura desplegado en el conurbano oeste fue probada en los juicios orales de las causas conocidas como “Mansión Seré” (2008), “Hospital Posadas” (2011),  “Mansión Seré 2” (2015) y “RIBA” (2016). En la causa “Mansión Seré 2” se estableció el coordinado funcionamiento entre ese CCD y los que funcionaron en la Primera Brigada Aérea de El Palomar, la Séptima Brigada Aérea de Morón, la Comisaría de Castelar y la Comisaría de Haedo. Además se dio por probado que la Fuerza Aérea creó una Fuerza de Tareas a la que se le subordinaban medios de las Agrupaciones “Morón”, “El Palomar”, “Mariano Moreno” y “GIVA”.
En el juicio por los crímenes cometidos en el Hospital Posadas el represor Hipólito Rafael Mariani reconoció que a los fines de la “lucha contra la subversión”, los dos jefes del Estado Mayor del Ejército, en ese momento el General Viola y el Brigadier Graffigna, llegaron a un acuerdo cediendo la zona en cuestión a la Fuerza Aérea y agregó que “la zona que estaba a mi cargo era muy grande y el máximo responsable de ahí era el Jefe de la Fuerza de Tareas 100 que era yo. Mi jefe inmediato era el titular del CAMI, era el Brigadier Mayor Osses. La Primera Brigada Aérea de El Palomar era una unidad de la Fuerza Aérea. Yo tenía tres roles, era el Jefe de la Fuerza de Tareas 100, el Jefe de Guarnición y el Jefe de la Primera Brigada Aérea de El Palomar. El personal que hay de inteligencia en el FT 100 es para evaluar al personal”. Mariani, fue jefe de la Primer Brigada Aérea del Palomar desde el 16 de diciembre de 1976 al 17 de diciembre de 1977 y, en tal carácter detentó la jefatura de la Fuerza de Tareas 100 (FT100) y el Comando de la Subzona 16. De su legajo también surge que le fueron asignados bajo el rubro “tareas y funciones adicionales - comisiones y/o trabajos especiales” los cargos de Jefe de Guarnición Aérea y Presidente del Comité de Prevención. En la acusación fiscal se interpreta que “esta descentralización, lejos de ser una mera división administrativa del espacio terrestre, importó la concreta distribución dentro del aparato ilegal organizado de cuotas concretas de poder para, básicamente, dominar el territorio y su población, claro está, con el también premeditado fin de ejecutar el plan sistemático de represión”.


En esa causa, donde se condenó a Mariani a 8 años de prisión, a Reinaldo Bignone a 15 años y al represor civil Luis Muiña a 13 años, la justicia probó que hubo detenidos llevados hasta la Primera Brigada Aérea de El Palomar, como el caso de Gladis Evarista Cuervo, enfermera de Traumatología del Posadas, secuestrada el día 25 de noviembre de 1976, llevada al centro clandestino de detención que funcionaba en el chalet del hospital  y tras 14 días de tormentos fue trasladada a una construcción precaria ubicada dentro de la Primer Brigada Aérea de El Palomar, donde permaneció 58 días en una “tapera” y fue liberada el 22 de enero de 1977.
Recordemos que en la audiencia 14 de este debate la testigo Zoraida Martin, sobreviviente de 3 CCD de la zona oeste y hermana de Adriana Martín, ex detenida de la Brigada de San Justo y caso en este juicio, relató su secuestro en Godoy Cruz, Mendoza, en enero de 1977, desde donde fue traída en avión desde El Plumerillo a la Base Aérea del Palomar, luego a la 3ra de Castelar, donde pudo saber que estaba su hermana, y finalmente a Mansión Seré. La casa de la familia en Villa Udaondo sufrió 13 allanamientos: con ello vivieron los secuestros y torturas de las dos hijas, del padre Manuel y secuelas en los hermanos Sergio y Gustavo. De hecho tanto Zoraida como Adriana afirmaron que posterior a su liberación vivieron vigiladas bajo órbita de la Fuerza Aérea. Sobre el lugar en que fue liberada, un basural de relleno de Bancalari, agregó que era habitual que allí aparecieran cuerpos de personas secuestradas, que ahí se fraguaban enfrentamientos y que hace algunos años pudo reconocer el lugar con el Equipo Argentino de Antropología Forense. Lo describió como un triángulo operacional entre el Batallón 601 del Ejército, la Fuerza Aérea y la Regional de Inteligencia de la Policía bonaerense (RIBA). Sobre la coordinación represiva en la zona Zoraida recordó la existencia de la denominada “Orden Provincia 2/76”, del Comando de Operaciones Aéreas, que implicó el accionar autónomo de la Fuerza Aérea como mando operacional para el exterminio en la zona oeste.
Si tras mucho esfuerzo la Primera Brigada Aérea de El Palomar pudo ser señalizada como centro clandestino de detención, con el habitual desparpajo y paso de elefante que lo caracteriza, desde fines de 2017 el macrismo aceleró el proceso de incorporación de las aerolíneas de bajo costo al mercado de vuelos locales y cedió las instalaciones para operaciones comerciales en un aeropuerto trucho. La iniciativa fue rechazada por vecinos de Hurlingham, Morón y Tres de Febrero por el impacto ambiental que genera y por organismos de Derechos Humanos que pidieron una medida cautelar ordenando la clausura de las obras porque destruyen un sitio de memoriaClaramente por otros motivos, la avanzada del ministro de Transporte Guillermo Dietrich también recibió el rechazo de un sector de la familia castrense, que dijo recibir con esto un golpe más a la identidad de la Fuerza Aérea Argentina”. La discusión llegó a la justicia y hasta la Corte Suprema intervino por el funcionamiento del lugar sin la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental.




El segundo y último testimonio de la jornada fue el de JOSEFINA BENÍTEZ, hermana de la referente barrial del Complejo Habitacional 17 de Ciudad Evita-La Tablada, que como ella sufrió secuestro y torturas en la última dictadura.
La testigo contó que su familia es oriunda de Misiones y que eran 10 hermanos. En 1976 ella tenía 27 años, vivía en Misiones y estudiaba para docente, cuando le avisaron a la familia que su hermana Cirila había sido secuestrada en la Provincia de Buenos Aires. Cirila era presidenta de la Comisión de madres de la Junta Vecinal del Complejo habitacional 17. Junto a su esposo Aureliano Araujo fueron los principales impulsores de esa experiencia de organización barrial en La Matanza que fue especialmente perseguida por el Terrorismo de Estado de la última dictadura. La madrugada del mismísimo 24 de marzo de 1976 llegó un operativo a su casa del Complejo y un grupo de hombres de civil y armados entró violentamente, revisando todo y preguntando por su esposo. A Cirila la tabicaron y le ataron las manos, junto a sus cuñadas Olga y Teresa Araujo y un muchacho del barrio, los pusieron en una camioneta y tras un viaje muy corto las llevaron al Regimiento 3 de La Tablada, ubicado en frente al complejo.
Ante esa situación Josefina vino a Buenos Aires con su madre para hacerse cargo de los 3 hijos de Cirila y del cuidado de su casa. Sólo con el apoyo de los vecinos del barrio comenzaron la búsqueda de Cirila. Sin embargo al tiempo Josefina tuvo que comenzar a viajar A Misiones para no perder sus estudios. En uno de esos viajes, que realizaba con una amiga que tenía auto y cuyo esposo era sub alferez de Gendarmería, su compañera le dijo que una persona había preguntado por ella. La venían siguiendo y finalmente en noviembre del ’76, mientras estaba en su trabajo como enfermera en el Hospital de El Dorado aparecieron 3 personas de civil a las 3 de la mañana y le dijeron que los lleve a su casa. La llevaron en un Unimog de Gendarmería hasta su departamento, que alquilaba con una amiga. “Me alegré porque pensé que iba a haber novedades de mi hermana”, reconoció la testigo. Lejos de ello la patota le revolvió el departamento hasta que encontraron una carta de Cirila desde la cárcel de Olmos y un libro del Che Guevara. “Abríguese, nos va a tener que acompañar” le dijeron. La llevaron a una dependencia de Gendarmería donde estuvo horas esperando en un pasillo. Mientras comenzaron a llegar como demorados sus compañeros de trabajo del hospital. Tras todo el día de espera, a las 3 de la mañana del otro día la llevaron a interrogarla por su hermana y su cuñado Aureliano Araujo. Ella les contestaba que su hermana trabajaba en casas de familia y en los ratos libres gestionaba un dispensario en el barrio. Así la tuvieron 30 días en la sede de Gendarmería con interrogatorios diarios, y donde hasta sufrió un intento de violación de parte de un gendarme. Tras liberarla le dijeron que se fuera, que no volviera más a Buenos Aires y le cursaron una curiosa “constancia para el trabajo” cuyo original la sobreviviente presentó ante el tribunal.
Pese a lo vivido Josefina no podía irse porque estaba al cuidado de sus 3 sobrinos, trabajaba de noche como enfermera y además visitaba a su hermana en los penales de Olmos y Devoto, le llevaba comida y lo que necesitara. En esas visitas conoció a otros familiares de presos políticos y con ellos gestionó la salida del país de su hermana.
Josefina contó que todo ese período se vivió con mucho miedo por no poder hablar de lo que sucedía en el trabajo y tampoco poder relacionarse con el resto de la familia para no involucrarlos.
En la audiencia 24 de este juicio dio su testimonio Cirila Benítez como sobreviviente de 5 Centros Clandestinos de Detención: Regimiento 3 de La Tablada, “Puente 12”, Subcomisaría de Laferrere, “Pozo de Banfield” y Comisaría de Monte Grande. Relató las torturas sufridas en esos lugares y que tras varios meses de cautiverio como desaparecida la pasaron a disposición del Poder Ejecutivo, la alojaron en las cárceles de Olmos, Devoto, Coordinación Federal, Ezeiza y la liberaron en 1978 con su salida del país a Holanda. Desde el exterior tomó conocimiento de la misa que se realizó en marzo del ’78 en la catedral de San justo para pedir por su liberación y contra su expulsión de país. En esa instancia fueron detenidos nuevamente sus familiares Teresa y Olga Araujo, el primo de Olga, Estanislao Araujo, su concuñado Abel De León y otra decena de militantes y colaboradores del barrio que fueron todos llevados a la Brigada de San Justo.
Josefina agregó que cuando su hermana salió a Holanda ella se quedó un tiempo más con sus sobrinos y luego se los sacó del país para que se encontraran con su madre, que volvió al país 15 años después de los hechos. Josefina siguió trabajando como enfermera para el municipio de La Matanza en Villa Palito hasta que se jubiló. “Nunca entendí por qué persiguieron tanto a mi hermana y mi cuñado, si se dedicaron a ayudar a los más necesitados” afirmó la testigo, casi respondiendo en la misma pregunta, y cerró diciendo “si quisieron destruir a la familia lo lograron, porque nos alejamos mucho entre nosotros y ninguno es más el que era antes de que esto pasara”.
En su testimonio en este juicio Cirila contó que la tarea social que desarrollaba en el Complejo 17 se basaba en la creación de una Junta Vecinal, que presidía su esposo, y la instalación de una sala sanitaria desde la que ella coordinaba la vacunación de los niños con la colaboración de los médicos Norberto Liwski, Francisco García Fernández Jorge Heuman, Raúl Petruch y otros. Como se sabe se encuentra agregado a la causa un informe con base en material de la Dirección de Inteligencia de la bonaerense (DIPPBA) que detalla que la Delegación de Inteligencia n° 1 de Morón-San Justo venía haciendo tareas de inteligencia sobre Cirila y otras personas activistas del barrio por lo menos desde enero de 1976. Allí los represores realizaban una semblanza completa de Cirila y la sindicaban como organizadora de la ocupación en el barrio y como militante del PCR. En base a ese informe se desató luego la cacería, que como detalló Josefina llegó hasta la provincia de Misiones.
La próxima audiencia será el miércoles 5 DE JUNIO desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

lunes, 20 de mayo de 2019

15 DE MAYO: VIGESIMA SEPTIMA AUDIENCIA

DESMEMORIAS DE UN CONVERSO
Continuó el debate con el mezquino testimonio del ex militante de Montoneros y actual embajador de la gestión Macri en China, Diego Ramiro Guelar, quien relativizó su militancia en los ’70, se mostró como un educado analista del pasado reciente y ni siquiera recordó a todos sus compañeros militantes desaparecidos que son caso en esta causa.
Por HIJOS La Plata


El intelectual argentino DIEGO RAMIRO GUELAR conoce muy bien las lizas de la conversión política. Oriundo de Entre Ríos, se vino a estudiar en Buenos Aires, terminó cursando en la ciudad de Búfalo (Nueva York) y fue becario de la American Field Service, agencia especializada en programas de intercambio internacionales. Se recibió de abogado en la UBA, fue cofundador dela Unión Nacional de Estudiantes, fue militante de Montoneros y apoderado del Partido Peronista Auténtico, el espacio político creado por sectores de izquierda del peronismo en 1975 y conducido por Andrés Framini, Oscar Bidegain y Dardo Cabo, entre otros, que la organización intentó poner en pie de cara a las fallidas elecciones de octubre de 1976. 
Su familia fue creadora del Banco del Oeste y Diego, junto a su hermano Guido y al abogado Fernando De la Rúa, le sacaron el jugo a “la tablita” financiera de José Alfredo Martínez de Hoz durante la última dictadura. Guelar fue diputado del PJ en los ’80, en el ’86 fue embajador ante la Unión Europea, 10 años más tarde ante Brasil y entre ‘97-‘99 y 2002-2003 fue embajador argentino en EE.UU. Después se convirtió en secretario de Relaciones Internacionales del PRO y aquí lo tenemos representando al país ante China. 
Citado a testimoniar por la defensa de uno de los represores  imputados en el juicio, Guelar habló por videoconferencia desde el consulado argentino en Shangai, China. Comenzó su puesta en escena refiriendo problemas para escuchar lo que se le preguntaba, pese a que había respondido las preguntas de rigor hechas por el presidente del tribunal sin inconvenientes. La insistencia sobre la cuestión técnica motivó la intervención del juez Pablo Vega, que sorteó el inconveniente pasándole su micrófono a las partes para poder preguntar y se sentó a seguir la audiencia en el banquillo de acusados.
El embajador macrista dijo que fue militante del PJ y miembro de Montoneros. Agregó que por diferencias con la línea de la organización política militar se apartó en el ’76. “No respondía a los intereses legítimos del pueblo argentino. Yo creía que sí había que resistir en el concepto tradicional de la Resistencia Peronista, pero se pergeñó una estrategia de tipo revolucionaria armada que yo no compartí y por eso me aparté de la organización”, sostuvo Guelar. Y agregó que “una actitud muy instalada en los que éramos muy jóvenes en ese momento era el rechazo a los dos imperialismos, tanto a EE.UU. como a la Unión Soviética”.
El embajador dijo que pese a dejar de militar no se exilió, aunque tuvo que vivir escondido por un tiempo. Y allí utilizó la dinámica de seguridad militante de aquellos años a favor de sus olvidos, al decir: “Les pido benevolencia con mi memoria, pero en aquel entonces muchos militantes usaban apodos y no los conocía por sus nombres verdaderos”. Recordó que conoció al militante Jorge Héctor  “Nono” Lizaso, militante montonero de Munro secuestrado el 26 de abril del ’76 en Capital Federal, torturado y desaparecido desde la ESMA. Ante una pregunta sobre si tenía algún cargo específico en Montoneros, Guelar volvió a eludir la respuesta  diciendo que no escuchaba bien y terminó contestando que era apoderado del PPA en la provincia de Buenos Aires y que estaban organizando el partido para las elecciones de octubre del ’76. Poco más fue su aporte en el resto del relato, por su actitud esquiva y sin esfuerzo para recordar. Pese a este sainete de quien no quiere revisar el pasado porque no conviene a su carrera diplomática actual, ya ha quedado narrada la historia de los militantes del PPA en La Matanza en los ’70. En la audiencia 22 de este juicio CRISTINA DEL RÍO, esposa del militante desaparecido Ricardo “Kalin” Chidichimo y testigo presencial de su secuestro en noviembre de 1976, relató que en los ’70 su esposo militaba en la JUP y ella trabajaba en la Municipalidad de La Matanza e integraba la JTP zonal.  La testigo contó un episodio del año ’75 ocurrido durante una volanteada y pegatina que había arrancado desde una Unidad Básica de San Justo. Ella había salido con Diego Guelar y Luis Porcel, realizaron la tarea y cuando regresaban al local vieron unas personas extrañas apostadas en las esquinas. Entonces decidieron pasar de largo, avisar a otros compañeros y denunciar el hecho en los medios de comunicación. En el operativo, que se había hecho a partir de la acción de un infiltrado en la Unidad Básica, fueron detenidas 6 personas que estuvieron 6 años presas y luego fueron pasadas al PEN. Del Río recordó a otros compañeros de militancia de zona oeste que están desaparecidos y pasaron por San Justo como Jorge Congett, Mario Sidotti, Gustavo Horacio Lafleur, Héctor Galeano y José Rizzo. Con esos militantes Ricardo estaba armando el Partido Auténtico en la zona. Fueron secuestrados, pasaron por la Brigada de San Justo y algunos de esos casos forman parte de la acusación de este debate.


Para un tipo ocupado de los grandes problemas del comercio argentino con las potencias mundiales ese episodio no significó nada. Tampoco varios de los nombres de sus compañeros del Partido Auténtico en los ’70. A preguntas de la fiscalía sobre Ricardo Chidichimo dijo que fue compañero suyo, vivía en San Justo y está desaparecido. Sobre su esposa dijo no recordar el nombre y que cree que no era militante. Recordó que Congett era dirigente gremial de municipales en San Justo y que cuando recibió una amenaza de muerte de la Triple A fue a verlo y le dijo que se fuera. Congett le habría respondido: “Ya estuve preso en otros golpes. Me meterán preso, pero el gremio ayudará a mi familia. No me queda otra que quedarme en casa”.  Congett fue secuestrado el 20 de noviembre del ’76 de su casa de Villa Luzuriaga. Sus hijas Patricia y Claudia testimoniaron en la audiencia 11 de este debate. La familia intuye que estuvo en la Brigada de San Justo, distante a 25 cuadras de la casa familiar, porque se lo confirmó un agente desea dependencia al que contactaron, y porque la madrina de Claudia, Estela Gariboto, fue secuestrada en el año ’75 y liberada en el ‘81 y su automóvil permaneció ese tiempo secuestrado en la puerta de la dependencia. Por defección de la justicia el caso de Congett  no forma parte de este juicio.
Al preguntarle a Guelar por Gariboto no la recordó. Tampoco a José Rizzo, ni a Gustavo Horacio Lafleur, pese a que fueron activos organizadores del Partido Peronista Auténtico en La Matanza.
A una pregunta concreta por aquel allanamiento en la Unidad Básica de San Justo, Guelar se sacó el tema de encima y trató de excusarse diciendo que en el ’75 tenía 25 años, que pasó mucho tiempo de aquellos hechos, que se considera “un superviviente” y “sentí físicamente desde octubre del ’75 la violencia. Fue un período de mucho dolor e incertidumbre. Muchos hechos los pude ir armando y entendiendo a través de los años”.
Para refrescar su participación en el Peronismo Auténtico, Guelar podría revisar desde China varias de las publicaciones del espacio compiladas en
Allí se denunciaba la política criminal de la Triple A en el tercer gobierno peronista, se ponía al descubierto a la derecha sindical y del PJ, y se alertaba sobre los pesares que traería el golpe de Estado que se veía venir.
Contrasta con esas páginas la postura oficial de la gestión que Guelar representa en el exterior, marcada por el negacionismo del genocidio llevado a cabo durante la última dictadura. Ahora Guelar se muestra del lado de la derecha neoliberal más rancia, que se sostiene en la apelación a la “posverdad”, e intenta instalar una falsa contradicción entre “lo pasado”, como un absoluto de crisis, conflicto y divisiones, y el “futuro” como un abstracto de unión y prosperidad que ellos vendrían a representar.

Recordemos que el embajador ha opinado ampliamente sobre el tema, y en enero de 2010, como secretario de Relaciones Internacionales del PRO, propuso una consulta popular sobre una "amplia amnistía" para delitos de lesa humanidad como promesa para un futuro gobierno de Macri. Por entonces pidió que “la política y la Corte Suprema acuerden culminar los juicios contra los represores de la última dictadura militar ‘en dos o tres años’”, ya que “de otra manera, los procesos continuarán ‘hasta 2023’. Tiene influencia sobre el presente, porque generan dolor. Por eso tienen que convertirse en historia". LA nota puede verse en
Además en un reportaje que dio por aquellos días ante el inefable periodista  castrense Ceferino Reato, titulado “fui guerrillero, por lo tanto un delincuente”, sostuvo que “Hubiera correspondido que el Estado eventualmente me detuviera, me juzgara y por supuesto a mis hijos los dejaran con su familia sin ningún tipo de represión”. En el colmo de la futurología contra fáctica agregó en cuanto al proyecto de Montoneros que "hubiera sido un proyecto de violencia terrible, tan o más violento quizás que la dictadura". La nota puede verse en
El converso Guelar se quedó corto, porque el Estado argentino pretende estirar indefinidamente los procesos contra los genocidas de la última dictadura y, lejos de culminar en 2023, hace 6 años los juicios vienen languideciendo por falta de impulso y consolidación, asediados por distintos ejes de impunidad: el estiramiento indefinido de los procesos a favor de la impunidad biológica de los genocidas, las medidas ilegítimas de beneficios extraordinarios a los peores asesinos de nuestra historia, como ser el 2x1, las domiciliarias, las excarcelaciones y los ceses de prisión efectiva.





La próxima audiencia será el miércoles 22 de MAYO desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

ESCRACHE AL GENOCIDA LEOPOLDO LUIS BAUME

A DONDE VAYAN LOS IREMOS A BUSCAR!!!
 HIJOS La Plata

El día de ayer lunes 13 de mayo desde HIJOS La Plata y junto a la Multisectorial La Plata, Berisso y Ensenada escrachamos por tercera vez al genocida Leopoldo Luis Baume.




Este genocida fue integrante de la policía bonaerense, tuvo bajo su directa responsabilidad al CCD "Sheraton" hasta febrero de 1977. Entre noviembre de 1977 y enero de 1979 se desempeñó como segundo Jefe de la Brigada de Investigaciones de San Justo. Entre 1979 y 1984 fue encargado de la División Aérea de Morón. Finalizada la dictadura, Baume ocupó cargos de alta jerarquía en la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

En noviembre de 2017 comenzó a ser juzgado en la causa por el CCD “Sheraton”, que funcionó en la subcomisaría de Villa Insuperable, en La Matanza. El 25 de marzo de este año, cuando se dio a conocer el veredicto en Comodoro Py, este genocida fue con su esposa, estuvo entre las víctimas y familiares al momento de las acreditaciones y hasta estuvo esperando en el buffet a que comenzara la audiencia. A Leopoldo Luis Baume se lo condenó a 8 años de prisión por delitos de lesa humanidad, por la privación ilegal de la libertad de Pablo Bernardo Szir, Julia Sarmiento, Luis Salvador Mercadal, María Cristina Ferrario y Delia Bisutti, y por torturas en los casos Ferrario y Bisutti.
Pese a la condena, el Tribunal Oral 1 de C.A.B.A le sostuvo la prisión domiciliaria, y le dictó una ejecución en suspenso hasta que la sentencia quede firme. 

Cabe recordar, que el represor Baume goza del beneficio de la domiciliaria porque el juez Arnaldo Corazza se la otorgó en el mismo momento en que lo detuvo en la causa San Justo, en marzo de 2012 durante el gobierno Kirchnerista. Por lo tanto 43 años después de sucedidos los hechos Baume nunca cumplió prisión efectiva por los delitos que cometió.

Lo más grave es que, pese a tener domiciliaria -que debería estar monitoreada-, al finalizar el juicio, como si nada hubiera pasado y sin ningún tipo de custodia, el reo Baume salió caminando junto a su esposa hacia la terminal de Retiro para esperar el colectivo hacia la ciudad de La Plata. Allí lo reconocieron dos militantes de derechos humanos que habían viajado para presenciar la sentencia. Por lo tanto, Baume es un genocida condenado, con una prisión domiciliaria que nadie controla y que camina prácticamente libre. 


YO SABÍA, YO SABÍA, A LOS GENOCIDAS LOS CUIDA LA POLICÍA!!!

La movilización partió desde Plaza San Marín hasta el domicilio del genocida ubicado en 49 número 867 entre 12 y 13.

Al llegar a la esquina donde vive Baume nos encontramos con el edificio custodiado por efectivos de infantería de la policía de la Provincia de Buenos Aires. Un grupo se encontraba apostado en la puerta del edificio, mientras que otro grupo estaba agazapado en el estacionamiento que se encuentra enfrente del edificio. También pudimos identificar dentro de la movilización a policías de civil que fotografiaban y filmaban los rostros de quienes nos encontrábamos repudiando a Baume. 

Por lo tanto es evidente que el Estado argentino está mucho más interesado en resguardar la propiedad privada de un milico asesino, que en cumplir con la obligación que ha asumido en materia de derechos humanos, la de juzgar y castigar los delitos de lesa humanidad. 

SI NO HAY JUSTICIA, HAY ESCRACHE!!!

Pese a semejante operativo de seguridad realizamos el acto de repudio a la impunidad que genera que un genocida camine libre por las calles en la esquina de 12 y 49. Allí también realizamos un mural con los rostros y los nombres de los desaparecidos de los centros clandestinos de detención que tuvo a su cargo Baume.

Porque estamos hartos que mientras la represión al pueblo se profundiza los peores asesinos de nuestra historia sean premiados con beneficios que prolongan la impunidad en el tiempo.

Porque estamos hartos que la justicia burguesa desconozca que el único lugar para un genocida es la cárcel es que escrachamos nuevamente a Leopoldo L. Baume. 

Con esta condena popular alertamos a las vecinas y vecinos que “al lado de su casa está viviendo un asesino”, y demostramos que vamos a seguir reclamando a la Justicia para que se le dicte prisión efectiva en una cárcel común.

Por todo esto exigimos:
• JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS POR TODOS LAS Y LOS COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS!!!
• CARCEL COMÚN, PERPETUA Y EFECTIVA!!!
• BASTA DE PRIVILEGIOS A LOS REPRESORES!!!
• NO AL 2X1. NO A LAS DOMICILIARIAS!!!

Dejamos una entrevista a HIJOS La Plata:



 Fotografía: Juan Cicale
https://www.facebook.com/Juan-Cicale-Fotograf%C3%ADa-1413668665330696/

Video: La Retaguardia Reaccionaria
 https://www.facebook.com/la.retaguardia.reaccionaria/

miércoles, 15 de mayo de 2019

08 DE MAYO: VIGESIMA SEXTA AUDIENCIA

DOS HISTORIAS DE LA BRIGADA
 
Con los testimonios de las hijas del militante montonero Héctor Ricardo Iramain, desaparecido en enero de 1978, y del hermano del militante de la OCPO Saúl Jaime Szajnbaum, desaparecido en noviembre de 1977, continuó el debate por una de los CCD más grandes del conurbano oeste en dictadura.
Por HIJOS La Plata
 


La audiencia se inició con la testimonial de ELSA PATRICIA IRAMAIN, la hija mayor de Héctor Horacio Iramain, militante sindical y dela organización Montoneros apodado “Mosca”, secuestrado y desaparecido el 28 de enero de 1978.
Patricia inició relató que aquel día la familia estaba en su casa de Morón, un departamento que alquilaban y en cuyo frente funcionaba una dependencia del sindicato de Trabajadores Talleristas a Domicilio (STTAD), de obreros textiles, donde su padre atendía a los afiliados en trámites referidos a la obra social y otra cuestiones. Como a la 1 de la tarde tocaron timbre y Patricia, que tenía 14 años, fue a abrir la puerta. Entonces entraron 9 tipos armados preguntando por su padre. En la casa estaban sus hermanos Nanci, de 8 años, Leonardo, de 11 meses, y la esposa de su padre, María del Carmen Sosa. La pareja tenía otra niña, Verónica, que vivía con los abuelos. Héctor no estaba, se había ido a atender un pequeño comercio de ropa que tenía en la ruta 3 Kilómetro 35. Tras revolver todo y no encontrar nada el jefe de los represores  dijo que Patricia los tenía que llevar hasta donde estaba su padre, pero la joven se negó: se agarró de la mano de su hermana Nanci y enfrentó a la patota. Entonces los represores se llevaron a Carmen, mientras en la casa quedaron dos de la patota con los tres chicos. Patricia recuerda que en esa circunstancia no los dejaban moverse ni comunicarse con nadie, uno de los represores, morocho y vestido de civil, la hizo mirar por la ventana para que viera que afuera había más hombres armados, y le dijo “tu papá hizo algo y lo va pagar”.  Así estuvieron hasta las 5:30 de la tarde, cuando trajeron a Carmen y el que comandaba el operativo, rubio y vestido de camisa y pantalón negro, ordenó que no trataran de buscar a Héctor ni denuncien lo ocurrido. Se llevaron una agenda de teléfonos y se fueron.
Carmen contó que la llevaron a buscar a Héctor fueron al negocio y no estaba. Un muchacho del barrio, que colaboraba allí con Héctor, les dijo a los represores que estaba en un club lindero jugando a las bochas. Entonces fueron y lo identificaron. Héctor trató de mostrar un carnet de retirado de Prefectura  pero se lo llevaron en una camioneta color verde militar junto con Carmen. Al llegar a un determinado sitio que Carmen no pudo determinar, bajaron a Héctor y la mujer escuchó que tiraban baldes de agua y comenzaron a torturar a su compañero, del que escuchaba los gritos de dolor.
Patricia señaló que sus abuelos paternos Ramón Santiago Iramain y Sara Margarita Ucha, también fueron secuestrados en el domicilio de éstos previo al operativo de Morón.  Fueron llevados a la Brigada de San Justo, donde les sacaron la dirección anterior de la familia de Héctor. Tras chequear ese lugar los represores volvieron y los amenazaron, tras lo cual obtuvieron la dirección real para secuestrar a Héctor y los liberaron en un descampado.
La testigo afirmó que a través de contactar a la sobreviviente Adriana Chamorro pudo saber que su padre estuvo en la Brigada de San Justo desde su secuestro, que Adriana lo cruzó en el Pozo de Banfield entre junio y julio del ’78 y Héctor le dijo su nombre, que venía de San Justo y que tenía 3 hijas. Adriana también le contó a Patricia que su padre, que era robusto y alto, estaba muy flaco y desmejorado, lo cual no le impidió desplegar algún gesto de solidaridad: le dio sus alpargatas a María Asunción Artigas de Moyano, que estaba secuestrada allí descalza y la defendió cuando un grupo de represores quisieron abusar de ella.
En la audiencia 17 de este debate Adriana Chamorro habló por videoconferencia desde Montreal, Canadá, dijo que fue secuestrada en febrero del ’78 y llevada a la Brigada de San Justo y luego al Pozo de Banfield. Dijo que en este último sitio vio a Héctor Ricardo “Mosca” Iramain, que venía de San Justo y  al que recordó como integrante de la custodia de la UOM, que había sido detenido en enero del ’78 junto a 2 policías federales por hacer un negociado para venderle armas al ERP.
Patricia recordó a su padre diciendo “Tenía 33 años, fue un buen padre, trató de darnos lo mejor aunque tuviéramos una vida austera. La gente me cuenta muchas anécdotas de él y eso es gratificante. Me dicen que era un amigo de fierro, un tipo recto y muy trabajador. Desde ese día sentimos que tiraron una bomba en la familia y todo se vino abajo. Pasamos muchas necesidades. Vivimos en casas prestadas. No sé si hizo algo malo, pero no era esa la forma de que lo pagara”. Además sobre las consecuencias que la ausencia de su padre les dejó, agregó que “tuve 2 intentos de suicidio buscando poder reunirme con mi papá en algún momento”. Dijo también que su abuelo Ramón murió literalmente sentado en el zaguán de su casa esperando a que llegara su hijo Héctor.
Finalmente Patricia leyó un texto que le escribió a su padre el día que iba a cumplir 70 años y que decía: “MI viejo querido. Tenías tan solo 33 años cuando te vi por última vez (…) Fuiste un gran hombre, un luchador, un excelente amigo de tus amigos, un gran compañero de lucha de tus compañeros, y por sobre todas las cosas un hombre con códigos hasta las últimas consecuencias. Ese fue mi papá”.
 

A continuación se escuchó el relato de NANCI IRAMAIN, quien ratificó íntegramente los dichos de su hermana y agregó que “mi padre era un laburante, un excelente padre y un militante político coherente”. Nanci, que tenía 8 años al momento de los hechos, dijo que
Recuerda los dichos de los represores cuando la tenían retenida con sus hermanos: “nos decían que íbamos a terminar muertas o en un colegio si no decíamos dónde estaba mi papá”. Señaló que “por ser la más chica me ocultaron muchas cosas para protegerme”. Su abuelo Ramón murió cuando ella tenía 11 años y sin embargo en ese tiempo pudo hablar  con él de lo sucedido: le contó todo y le pidió que siempre recordara lo que le estaba relatando. Entre otros hechos le dijo que él y su abuela fueron secuestrados antes que su padre de su casa de calle Salta al 2000 de Rafael Calzada. Fueron encapuchados y llevados en un vehículo hasta un lugar donde Ramón fue torturado para que dijera dónde estaba su hijo. Al llegar secuestrado, Héctor lo saludó como siempre hacía, con un doble apretón de mano sobre el hombro mientras Ramón estaba sentado y atado en una silla. Por este detalle Nanci deduce que tanto su padre como sus abuelos fueron llevados a la Brigada de San Justo.
Nanci agregó que antes del secuestro de sus abuelos y su padre, habían ido a buscar a su mamá, que estaba separada de su padre, y también hubo un operativo buscando a una persona que había gestionado la venta de la casa de la abuela paterna. Además afirmo que en la casa de sus abuelos vivó un hermano de su abuela que tenía problemas psicológicos y que huyó del operativo en que secuestraron a sus abuelos y nunca más volvieron a verlo.
“Nuestra vida fue una película de terror”, sintetizó Nanci, y concluyó “vivíamos mitad en casa de mis abuelos y mitad en lo de mi tía. Patricia tuvo que salir a trabajar para ayudar en la casa. Yo no me crie con mi madre, el único que me protegía era mi papá y no pudo hacerlo. Espero que esto sirva para que los represores que hicieron esto tengan un juicio justo. Mi papá y mi abuelo no lo tuvieron. Y a nosotros nadie nos ayudó. Necesito que se haga justicia, que se pague todo lo que vivimos después de la desaparición de mi padre”.
 

El testimonio final de la jornada correspondió a SERGIO SZAJNBAUM, hermano del militante desaparecido de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) Saúl Jaime Szajnbaum, secuestrado en Capital Federal el 21 de noviembre de 1977 y visto por arios sobrevivientes en la Brigada de San Justo y en el “Pozo de Banfield”.
Sergio comenzó relatando los episodios de persecución que sufrió su familia en el tercer gobierno peronista y previo al secuestro de su hermano en dictadura. Dijo que tras el asesinato del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, ocurrido el 31 de julio de 1974, con su hermano decidieron sumarse a una caravana que despedía sus restos en el cementerio de Chacarita. Saúl fue en micro con un grupo de diputados y él fue en subte con otro grupo. Ese día el jefe de la Policía federal, Alberto Villar desató una represión en la que hubo persecuciones a caballo entre las tumbas, varios legisladores debieron defender el féretro de la policía. El hecho dejó un saldo de 400 personas detenidas y a las pocas semanas la Triple A arrojó volantes frente a algunas comisarías con listados de los 400 detenidos, con sus nombres completos y domicilios, y amenazas de muerte. Saúl cayó detenido ese día y su familia recibió distintas amenazas de muerte telefónicas. Por ese motivo la familia decidió vender la casa de calle Pedro Goyena donde vivían, en el barrio de Caballito y una tienda que poseían en la zona.
Sergio contó que para el año ’77 Saúl tenía 22 años, estudiaba bioquímica, radio y televisión, trabajaba en una empresa de perfumes y militaba en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), un grupo político militar conducido entre otros por Dardo Castro, constituido en 1974, y que logró un desarrollo teórico, político y organizativo que lo llevó a participar de las experiencias más importantes del movimiento obrero y popular argentino de la década del 70. Una colección de publicaciones recuperadas de la organización se puede ver en
Además Saúl estaba de novio con una chica llamada Ruth. Los hermanos vivían juntos en un departamento, y sufrían un clima de paranoia por el despliegue de las patotas del Terrorismo de Estado. De hecho un familiar les avisó que había caído un operativo en la casa de Pedro Goyena buscando a Saúl. Entonces Sergio decidió irse a vivir con sus padres, y Saúl se mudó con Ruth a un departamento en Belgrano R.
El 21 de noviembre de 1977 Saúl salió del curso de radio y televisión, se encontró con su novia y se fueron a esperar el tren Mitre para volver a casa. En ese momento aparecieron unos Falcon  que alcanzaron a Saúl sobre la calle Corregidores, mientras Ruth se refugió en una casa de vecinos de la zona. La familia de Saúl se enteró del hecho por aviso de la familia de Ruth, que les trajo algunos elementos que habían quedado en el lugar del hecho: un zapato y una carterita que el joven usaba.


En el mismo momento la familia comenzó la búsqueda ante las fuerzas policiales, militares, en la Conferencia Episcopal, en la AMIA, y presentaron varios Habeas Corpus, de los cuales uno dio positivo: referían que Saúl tenía orden de captura por orden del Comando del 3er Cuerpo de Ejército por pertenecer a la OCPO. Sergio exhibió en la audiencia el original de la respuesta del recurso, que fue incorporado a la prueba del debate. Sergio contó que la noticia trajo esperanza a la familia, que pensó que Saúl podía ser legalizado como preso político, pero no fue así.
Pese a esto, y a que su padre cayó en una profunda depresión, Sergio continuó la búsqueda con su madre, que se vinculó a la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Por datos recibidos del padre de un amigo, supo que su hermano podía haber pasado por la Brigada de San Justo o la brigada de San Martín. Pero fue recién en un encuentro fortuito en una marcha en la que se cruzó con Graciela Gribo que pudo confirmar el destino de su hermano. Graciela estudiaba medicina con Claudia Kohn, y conocían a Saúl de algunas reuniones políticas. La sobreviviente le dijo que lo había cruzado estando secuestrada en la Brigada de San Justo y en el Pozo de Banfield y que creía que su hermano había sido liberado.
En la audiencia 23 de este debate Gribo relató que, tras ser secuestrada en diciembre del ’77, compartió cautiverio con Saúl en la Brigada de Investigaciones de San Justo, y en marzo del ‘78 Szajnbaum, ella y Claudia Kohn fueron  llevados juntos al “Pozo de Banfield”.  Graciela dijo que en ese traslado vio por debajo de la venda que Saúl iba descalzo. Después se enteró que fue sacado de Banfield y nunca más supo nada de él.
A su vez Sergio contó que con el tiempo, y a través de una amiga exiliada en Suecia, pudo contactar a la sobreviviente Adriana Chamorro, que le contó a su amiga que Saúl estuvo en el Pozo de Banfield por lo menos hasta el 14 de mayo del ’78, cuando fue llevado en “traslado” con un grupo de militantes uruguayos secuestrados, lo que muy probablemente significara su muerte.
Sergio recordó a su hermano como “una persona muy íntegra y brillante intelectualmente. Muy humano, solidario y cálido. Fue coherente como militante y como luchador por la transformación social. Puedo afirmar que en la tortura no dijo nada”. Sobre las consecuencias en la familia por la desaparición de Saúl dijo que “yo militaba en un frente estudiantil, pero tuve que dejar.  Me quedé a buscar a mi hermano hasta cuando pude. Después me fui unos meses a México. Yo estaba desequilibrado, mi madre internada en una clínica con un cuadro psicótico y mi padre con una gran depresión. Volví a continuar la búsqueda en plena dictadura y ya para el año ’79 me llegó un dato de que estaba muerto. Mi otro hermano Mario hasta hoy no puede soportar hablar del tema”.
Sergio terminó su exposición exigiendo justicia por su hermano y recordó que en septiembre de 2018 se realizó un acto de colocación de baldosas de la Memoria en
la EMET 9 “Ingeniero Luis A. Huergo” en homenaje a los estudiantes desaparecidos. Como egresado de la escuela figura el nombre de Saul Jaime Szajnbaum, y de los militantes Oscar Miranda, Carlos Gambande, Juan José Ficarra, Daniel A. Melia, Guatavo A. Cagide, Claudio A. Ferraris, Ricardo A. Cravello, Rubén O. Morresi, Luis Matsuyama y Eduardo Leguizamón.
 
La próxima audiencia será el miércoles 15 de mayo  desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.