DOS
HISTORIAS DE LA BRIGADA
Con
los testimonios de las hijas del militante montonero Héctor Ricardo Iramain,
desaparecido en enero de 1978, y del hermano del militante de la OCPO Saúl
Jaime Szajnbaum, desaparecido en noviembre de 1977, continuó el debate por una
de los CCD más grandes del conurbano oeste en dictadura.
Por HIJOS La Plata
La
audiencia se inició con la testimonial de
ELSA PATRICIA IRAMAIN, la hija mayor de Héctor Horacio Iramain, militante
sindical y dela organización Montoneros apodado “Mosca”, secuestrado y
desaparecido el 28 de enero de 1978.
Patricia
inició relató que aquel día la familia estaba en su casa de Morón, un
departamento que alquilaban y en cuyo frente funcionaba una dependencia del
sindicato de Trabajadores Talleristas a Domicilio (STTAD), de obreros textiles,
donde su padre atendía a los afiliados en trámites referidos a la obra social y
otra cuestiones. Como a la 1 de la tarde tocaron timbre y Patricia, que tenía
14 años, fue a abrir la puerta. Entonces entraron 9 tipos armados preguntando
por su padre. En la casa estaban sus hermanos Nanci,
de 8 años, Leonardo, de 11 meses, y la esposa de su padre, María del Carmen
Sosa. La pareja tenía otra niña, Verónica, que vivía con los abuelos. Héctor no estaba, se había ido a atender un pequeño
comercio de ropa que tenía en la ruta 3 Kilómetro 35. Tras revolver todo y no
encontrar nada el jefe de los represores
dijo que Patricia los tenía que llevar hasta donde estaba su padre, pero
la joven se negó: se agarró de la mano de su hermana Nanci y enfrentó a la
patota. Entonces los represores se llevaron a Carmen, mientras en la casa
quedaron dos de la patota con los tres chicos. Patricia recuerda que en esa
circunstancia no los dejaban moverse ni comunicarse con nadie, uno de los represores,
morocho y vestido de civil, la hizo mirar por la ventana para que viera que
afuera había más hombres armados, y le dijo “tu papá hizo algo y lo va pagar”. Así estuvieron hasta las 5:30 de la tarde,
cuando trajeron a Carmen y el que comandaba el operativo, rubio y vestido de
camisa y pantalón negro, ordenó que no trataran de buscar a Héctor ni denuncien
lo ocurrido. Se llevaron una agenda de teléfonos y se fueron.
Carmen
contó que la llevaron a buscar a Héctor fueron al negocio y no estaba. Un muchacho
del barrio, que colaboraba allí con Héctor, les dijo a los represores que
estaba en un club lindero jugando a las bochas. Entonces fueron y lo
identificaron. Héctor trató de mostrar un carnet de retirado de Prefectura pero se lo llevaron en una camioneta color
verde militar junto con Carmen. Al llegar a un determinado sitio que Carmen no
pudo determinar, bajaron a Héctor y la mujer escuchó que tiraban baldes de agua
y comenzaron a torturar a su compañero, del que escuchaba los gritos de dolor.
Patricia
señaló que sus abuelos paternos Ramón Santiago Iramain y Sara Margarita Ucha,
también fueron secuestrados en el domicilio de éstos previo al operativo de
Morón. Fueron llevados a la Brigada de
San Justo, donde les sacaron la dirección anterior de la familia de Héctor.
Tras chequear ese lugar los represores volvieron y los amenazaron, tras lo cual
obtuvieron la dirección real para secuestrar a Héctor y los liberaron en un
descampado.
La
testigo afirmó que a través de contactar a la sobreviviente Adriana Chamorro
pudo saber que su padre estuvo en la Brigada de San Justo desde su secuestro,
que Adriana lo cruzó en el Pozo de Banfield entre junio y julio del ’78 y
Héctor le dijo su nombre, que venía de San Justo y que tenía 3 hijas. Adriana
también le contó a Patricia que su padre, que era robusto y alto, estaba muy flaco
y desmejorado, lo cual no le impidió desplegar algún gesto de solidaridad: le
dio sus alpargatas a María Asunción Artigas de Moyano, que estaba secuestrada
allí descalza y la defendió cuando un grupo de represores quisieron abusar de
ella.
En
la audiencia 17 de este debate Adriana Chamorro habló por videoconferencia
desde Montreal, Canadá, dijo que fue secuestrada en febrero del ’78 y llevada a
la Brigada de San Justo y luego al Pozo de Banfield. Dijo que en este último
sitio vio a Héctor Ricardo “Mosca” Iramain, que venía
de San Justo y al que recordó como
integrante de la custodia de la UOM, que había sido detenido en enero del ’78
junto a 2 policías federales por hacer un negociado para venderle armas al ERP.
Patricia
recordó a su padre diciendo “Tenía 33 años, fue un buen padre, trató de darnos
lo mejor aunque tuviéramos una vida austera. La gente me cuenta muchas
anécdotas de él y eso es gratificante. Me dicen que era un amigo de fierro, un
tipo recto y muy trabajador. Desde ese día sentimos que tiraron una bomba en la
familia y todo se vino abajo. Pasamos muchas necesidades. Vivimos en casas
prestadas. No sé si hizo algo malo, pero no era esa la forma de que lo pagara”.
Además sobre las consecuencias que la ausencia de su padre les dejó, agregó que
“tuve 2 intentos de suicidio buscando poder reunirme con mi papá en algún
momento”. Dijo también que su abuelo Ramón murió literalmente sentado en el zaguán
de su casa esperando a que llegara su hijo Héctor.
Finalmente
Patricia leyó un texto que le escribió a su padre el día que iba a cumplir 70
años y que decía: “MI viejo querido. Tenías tan solo 33 años cuando te vi por
última vez (…) Fuiste un gran hombre, un luchador, un excelente amigo de tus
amigos, un gran compañero de lucha de tus compañeros, y por sobre todas las
cosas un hombre con códigos hasta las últimas consecuencias. Ese fue mi papá”.
A
continuación se escuchó el relato de NANCI
IRAMAIN, quien ratificó íntegramente los dichos de su hermana y agregó que “mi
padre era un laburante, un excelente padre y un militante político coherente”. Nanci,
que tenía 8 años al momento de los hechos, dijo que
Recuerda
los dichos de los represores cuando la tenían retenida con sus hermanos: “nos
decían que íbamos a terminar muertas o en un colegio si no decíamos dónde
estaba mi papá”. Señaló que “por ser la más chica me ocultaron muchas cosas
para protegerme”. Su abuelo Ramón murió cuando ella tenía 11 años y sin embargo
en ese tiempo pudo hablar con él de lo
sucedido: le contó todo y le pidió que siempre recordara lo que le estaba relatando.
Entre otros hechos le dijo que él y su abuela fueron secuestrados antes que su
padre de su casa de calle Salta al 2000 de Rafael Calzada. Fueron encapuchados
y llevados en un vehículo hasta un lugar donde Ramón fue torturado para que
dijera dónde estaba su hijo. Al llegar secuestrado, Héctor lo saludó como
siempre hacía, con un doble apretón de mano sobre el hombro mientras Ramón
estaba sentado y atado en una silla. Por este detalle Nanci deduce que tanto su
padre como sus abuelos fueron llevados a la Brigada de San Justo.
Nanci
agregó que antes del secuestro de sus abuelos y su padre, habían ido a buscar a
su mamá, que estaba separada de su padre, y también hubo un operativo buscando
a una persona que había gestionado la venta de la casa de la abuela paterna.
Además afirmo que en la casa de sus abuelos vivó un hermano de su abuela que
tenía problemas psicológicos y que huyó del operativo en que secuestraron a sus
abuelos y nunca más volvieron a verlo.
“Nuestra
vida fue una película de terror”, sintetizó Nanci, y concluyó “vivíamos mitad
en casa de mis abuelos y mitad en lo de mi tía. Patricia tuvo que salir a
trabajar para ayudar en la casa. Yo no me crie con mi madre, el único que me
protegía era mi papá y no pudo hacerlo. Espero que esto sirva para que los
represores que hicieron esto tengan un juicio justo. Mi papá y mi abuelo no lo
tuvieron. Y a nosotros nadie nos ayudó. Necesito que se haga justicia, que se pague
todo lo que vivimos después de la desaparición de mi padre”.
El
testimonio final de la jornada correspondió a SERGIO SZAJNBAUM, hermano del militante desaparecido de la
Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) Saúl Jaime Szajnbaum, secuestrado en
Capital Federal el 21 de noviembre de 1977 y visto por arios sobrevivientes en
la Brigada de San Justo y en el “Pozo de Banfield”.
Sergio
comenzó relatando los episodios de persecución que sufrió su familia en el
tercer gobierno peronista y previo al secuestro de su hermano en dictadura.
Dijo que tras el asesinato del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, ocurrido
el 31 de julio de 1974, con su hermano decidieron sumarse a una caravana que
despedía sus restos en el cementerio de Chacarita. Saúl fue en micro con un
grupo de diputados y él fue en subte con otro grupo. Ese día el jefe de la
Policía federal, Alberto Villar desató una represión en la que hubo persecuciones a caballo entre las tumbas, varios
legisladores debieron defender el féretro de la policía. El hecho dejó
un saldo de 400 personas detenidas y a las pocas
semanas la Triple A arrojó volantes frente a algunas comisarías con listados de
los 400 detenidos, con sus nombres completos y domicilios, y amenazas de
muerte. Saúl cayó detenido ese día y su familia recibió distintas amenazas de
muerte telefónicas. Por ese motivo la familia decidió vender la casa de calle
Pedro Goyena donde vivían, en el barrio de Caballito y una tienda que poseían
en la zona.
Sergio contó que para el año ’77 Saúl tenía 22 años, estudiaba
bioquímica, radio y televisión, trabajaba en una empresa de perfumes y militaba
en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), un grupo político militar
conducido entre otros por Dardo Castro, constituido en 1974, y que logró un desarrollo teórico, político y organizativo que
lo llevó a participar de las experiencias más importantes del movimiento obrero
y popular argentino de la década del 70. Una colección de
publicaciones recuperadas de la organización se puede ver en
Además Saúl estaba de novio con una chica llamada Ruth. Los
hermanos vivían juntos en un departamento, y sufrían un clima de paranoia por
el despliegue de las patotas del Terrorismo de Estado. De hecho un familiar les
avisó que había caído un operativo en la casa de Pedro Goyena buscando a
Saúl. Entonces Sergio decidió irse a vivir con sus padres, y Saúl se mudó con
Ruth a un departamento en Belgrano R.
El
21 de noviembre de 1977 Saúl salió del curso de radio y televisión, se encontró
con su novia y se fueron a esperar el tren Mitre para volver a casa. En ese
momento aparecieron unos Falcon que
alcanzaron a Saúl sobre la calle Corregidores, mientras Ruth se refugió en una
casa de vecinos de la zona. La familia de Saúl se enteró del hecho por aviso de
la familia de Ruth, que les trajo algunos elementos que habían quedado en el
lugar del hecho: un zapato y una carterita que el joven usaba.
En
el mismo momento la familia comenzó la búsqueda ante las fuerzas policiales,
militares, en la Conferencia Episcopal, en la AMIA, y presentaron varios Habeas
Corpus, de los cuales uno dio positivo: referían que Saúl tenía orden de
captura por orden del Comando del 3er Cuerpo de Ejército por pertenecer a la
OCPO. Sergio exhibió en la audiencia el original de la respuesta del recurso,
que fue incorporado a la prueba del debate. Sergio contó que la noticia trajo
esperanza a la familia, que pensó que Saúl podía ser legalizado como preso político,
pero no fue así.
Pese
a esto, y a que su padre cayó en una profunda depresión, Sergio continuó la
búsqueda con su madre, que se vinculó a la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Por
datos recibidos del padre de un amigo, supo que su hermano podía haber pasado
por la Brigada de San Justo o la brigada de San Martín. Pero fue recién en un
encuentro fortuito en una marcha en la que se cruzó con Graciela Gribo que pudo
confirmar el destino de su hermano. Graciela estudiaba medicina con Claudia
Kohn, y conocían a Saúl de algunas reuniones políticas. La sobreviviente le
dijo que lo había cruzado estando secuestrada en la Brigada de San Justo y en
el Pozo de Banfield y que creía que su hermano había sido liberado.
En
la audiencia 23 de este debate Gribo relató que, tras ser secuestrada en
diciembre del ’77, compartió cautiverio con Saúl en la Brigada de
Investigaciones de San Justo, y en marzo del ‘78 Szajnbaum, ella y
Claudia Kohn fueron llevados juntos al “Pozo de Banfield”. Graciela
dijo que en ese traslado vio por
debajo de la venda que Saúl iba descalzo. Después se enteró que fue
sacado de
Banfield y nunca más supo nada de él.
A
su vez Sergio contó que con el tiempo, y a través de una amiga exiliada en
Suecia, pudo contactar a la sobreviviente Adriana Chamorro, que le contó a su
amiga que Saúl estuvo en el Pozo de Banfield por lo menos hasta el 14 de mayo
del ’78, cuando fue llevado en “traslado” con un grupo de militantes uruguayos
secuestrados, lo que muy probablemente significara su muerte.
Sergio
recordó a su hermano como “una persona muy íntegra y brillante
intelectualmente. Muy humano, solidario y cálido. Fue coherente como militante
y como luchador por la transformación social. Puedo afirmar que en la tortura
no dijo nada”. Sobre las consecuencias en la familia por la desaparición de
Saúl dijo que “yo militaba en un frente estudiantil, pero tuve que dejar. Me quedé a buscar a mi hermano hasta cuando
pude. Después me fui unos meses a México. Yo estaba desequilibrado, mi madre
internada en una clínica con un cuadro psicótico y mi padre con una gran
depresión. Volví a continuar la búsqueda en plena dictadura y ya para el año
’79 me llegó un dato de que estaba muerto. Mi otro hermano Mario hasta hoy no
puede soportar hablar del tema”.
Sergio terminó su exposición exigiendo justicia por su hermano y
recordó que en septiembre de 2018 se realizó un acto de colocación de baldosas
de la Memoria en
la EMET 9 “Ingeniero Luis A. Huergo” en homenaje
a los estudiantes desaparecidos. Como egresado de la escuela figura el nombre
de Saul Jaime Szajnbaum, y de los militantes Oscar Miranda, Carlos Gambande,
Juan José Ficarra, Daniel A. Melia, Guatavo A. Cagide, Claudio A. Ferraris,
Ricardo A. Cravello, Rubén O. Morresi, Luis Matsuyama y Eduardo Leguizamón.
La próxima audiencia será el miércoles 15
de mayo desde las 11 hs. Para
presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50
con DNI.
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