LOS ORGANIGRAMAS
Continuó el debate por los
crímenes de lesa humanidad cometidos en la Brigada de Investigaciones de San
Justo. Las sobrevivientes Graciela Gribo y Roxana Kohn relataron el secuestro y
las torturas que sufrieron en ese CCD en 1978 y dejaron clara la existencia de un plan sistemático de eliminación
de un sector de la militancia política opositora al régimen de facto.
Por HIJOS La Plata
La
audiencia dio inicio con la testimonial de la sobreviviente GRACIELA GRIBO, que estuvo 3 meses
secuestrada en la Brigada de San Justo y donde pudo comunicarse con otros
detenidos, entre ellos el estudiante desaparecido Saúl Szajnbaum.
La
testigo comenzó relatando que al momento de su secuestro, ocurrido el 12 de
diciembre de 1977, tenía 20 años y había empezado estudiar medicina. Estaba de
novia con un En mayo del ’75, mientras estaba en un asado en casa de amigos
cayó un operativo, se secuestraron unas plantas de marihuana y su novio fue
detenido. Franco era militante, estuvo detenido en Coordinación Federal,
recibió 6 años de condena y fue deportado por tener nacionalidad australiana.
En ese tiempo Graciela se casó para poder visitarlo, ya que no se permitían
visitas de personas que no fueran familiares, y comenzó a relacionarse con
familiares de detenidos políticos, aunque nunca participó en ninguna
organización política.
Gribo
dijo que la noche de su secuestro se había quedado en casa de unos amigos en
Palermo porque tenía que preparar un examen. Aquella madrugada un grupo
operativo de 3 o 4 hombres de civil que se presentaron como del Ejército entró
violentamente a la casa de la calle Güemes. Graciela fue vendada, subida a un
auto y trasladada a lo que después supo era la Brigada de San Justo. En la
Brigada tenían secuestrados a sus padres y a su hermano Jorge de 15 años, que habían
sido secuestrados en la casa familiar de calle Córdoba al 2400 en Capital Federal
y fueron liberados al llegar ella. Tras ser llevada a una sala de torturas fue
sometida a varios interrogatorios con picana eléctrica, mientras le
preguntaban por su actividad política.
Luego la llevaron a una celda pequeña donde estuvo sola y vendada. Desde allí
pudo escuchar que los represores hablaban por teléfono, se referían al lugar
como “Brigada San Justo” y pedían “área” para realizar operativos. Tres días
después volvió la picana y luego fue llevada a otra celda más grande donde se
encontró a Claudia Kohn, amiga suya que había sido secuestrada en noviembre del ’77, a Roxana, hermana de Claudia, y a Adriana
Martín, que estaba allí desde septiembre. La testigo mencionó que en la celda
las visitó un cura que les insistía para que hablaran ante los represores.
Además pudo saber que estaba allí secuestrado Saúl Jaime Szajnbaum, un joven de
22 años estudiante de bioquímica secuestrado el 21 de noviembre del ’77 en
Capital Federal. Graciela conocía a Claudia Kohn de la facultad de Medicina, y
en algunas reuniones se habían cruzado con Saúl. En marzo de 1978 Gribo, Claudia Kohn y Szajnbaum fueron llevados al Pozo de
Banfield. Graciela vio por debajo de la venda que Saúl iba descalzo. Después se
enteró que fue sacado de Banfield y nunca más supo nada de él. Cuando llegó a
la comisaría de Laferrere encontró a otros secuestrados que venían de San
Justo, como Rafael Chamorro, que le dijeron que lo habían visto a Saúl en
Banfield y que se lo habían llevado en un “traslado”. En Laferrere también vio
a Amalia Marrón y Jorge Heuman, sobrevivientes de San Justo que ya han
testimoniado en este juicio.
La
testigo relató que hace un tiempo, en una marcha del 24 de marzo, reconoció en
una pancarta el rostro de Saúl Szajnbaum, se acercó y conoció al hermano Sergio
que le confirmó que estaba desaparecido.
Estando
en San Justo, en una oportunidad la sacaron de su celda y la llevaron a asistir
a Adriana Chamorro, que había sido secuestrada en febrero del ’78, estaba muy
desmejorada por la tortura y a la que ayudó a levantarse para ir al baño y para
alimentarse.
Gribo
relató otro episodio vivido en San Justo al referir que una vez se produjo un
incendio en una oficina y ella y las hermanas Kohn
fueron destabicadas y llevadas a realizar trabajo esclavo limpiando el ollín de
las paredes. Allí pudieron ver unos carteles tipo organigrama de las
organizaciones políticas del momento, con nombres de personas buscadas o ya
secuestradas.
La
testigo afirmó que los represores de San Justo se manejaban con apodos, y entre
ellos recordó a “Tiburón” y “Víbora”, represores con mando sobre el resto,
“Lagarto”, subordinado a los otros, un guardia llamado “Eléctrico” y el jefe
apodado “Coronel”. Al serle exhibido el álbum de represores de San Justo
reconoció a Héctor Carrera, agente de la dependencia entre agosto de 1975 y
febrero de 1979.
Graciela
Gribo viene relatando su calvario hace tiempo: declaró en abril de 1987 ante la
Cámara de Apelaciones de la Capital Federal en la causa contra los genocidas
Ramón Camps, Ovidio Richieri, Miguel Etchecolatz, Alberto Rousse, Héctor Vides,
Jorge Bergés y Norberto Cozzani. Después de pasar 3 meses en San Justo fue
llevada unos meses al Pozo de Banfield, luego a la comisaría de Haedo, donde
pudo tener un primer contacto con su familia, más tarde a la sub comisaría de
Laferrere, sufrió un Consejo de Guerra en el Regimiento 1, fue llevada a la
cárcel de Devoto, fue pasada al Pen y sobreseída en una causa en la justicia
federal y finalmente liberada a fines de 1981. Sobre cómo continuó su vida tras
ser liberada dijo que en realidad estaba en libertad vigilada y al haber podido
sobrevivir buscó fuerza en la gente que la rodeaba.
Para
finalizar reflexionó que “la justicia es mucho más que resarcir lo violentado.
Es también la posibilidad de ponerle palabras a los gritos de horror, a la
impotencia, a la nada dolorosa que implican las ausencias como la de Saúl. Él
debería haber podido proyectar su futuro y no está. Como los 30 mil. Las
palabras hacen presentes a los ausentes y ya eso repara un poco”. Exigió justicia
por Saúl y por todos los desparecidos de la Brigada de San Justo y señaló que
“a pesar de que pasó el tiempo la verdad no huye”.
El
segundo y último testimonio correspondió a ROXANA
KOHN, ex detenida desaparecida que estuvo 3 meses en la Brigada de San Justo junto a su hermana
Claudia, estudiante de medicina y militante de Política Obrera. La
sobreviviente comenzó agradeciendo la posibilidad de hablar de lo que le
sucedió hace 42 años y dijo hacerlo por su hermana, también sobreviviente y que
falleció, por los 30 mil detenidos desaparecidos, por los asesinados, por los
organismos de Derechos Humanos y para que siempre haya Memoria, Verdad y
Justicia.
Roxana
contó que realizó el secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires y militó en
la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Había decidido irse del país a
Israel cuando mataron a su novio Federico Julio Martull en junio del ‘77. “El
Turquito” había sido visto con vida en el CCD “El Vesubio” y su cuerpo
acribillado apareció el 3 de julio del ’76 en Del Viso. Roxana salió en
diciembre del ’76 y en Israel estuvo 10 meses en un kibutz, tras lo cual vivió
en distintos lugares de Europa. Hizo varios intentos por regresar pero por
consejo de su padre pospuso la vuelta. Cuando efectivamente regresó, el 18 de
noviembre de 1977, la fueron a recibir sus padres y su hermana. A mitad de
camino de regreso del aeropuerto fueron interceptados por varios autos, los
pararon, separaron a las hermanas de los padres. Todos fueron llevados a San
Justo, incluidos su madre Dora Pobo y su padre Alejandro Kohn, que a las pocas
horas fueron liberados. Las hermanas fueron conducidas encapuchadas a una sala
donde comenzaron los interrogatorios y que luego supo era la Brigada de San
Justo. A Roxana le preguntaron por “Alex”, y ella pensó que le hablaban de su
padre Alejandro o de un
novio anterior así apodado. Entonces le mostraron fotos de ella tomadas en una
actividad y le leyeron la desgravación textual de una conversación telefónica a
Madrid que ella había tenido con su abuela en octubre de ese año con motivo del
cumpleaños de ésta, donde ella había mencionado “invitálo a Alex”.
Le
dijeron “pensá, porque de esto depende tu vida”. Así fue llevada a una sala
donde le pusieron una toalla mojada y la torturaron con picana eléctrica. Tras
la sesión la ubicaron encapuchada en una celda desde donde escuchaba los tormentos
aplicados a otros detenidos. A los 4 días la ponen junto a su hermana Claudia,
pero al poco tiempo la sacaron a las patadas, la pusieron en un auto y la
llevaron a otro lugar tipo garaje que ella reconoce como el CCD “Club Atlético”,
los talleres de la División Administrativa de la Policía Federal ubicados en
San Telmo. Allí le asignaron el código D 60 y recuerda que un represor gordo
con una cruz esvástica le pegó con un palo de béisbol mientras hacía comentarios sobre su
ascendencia judía. Después la pusieron en una cucheta con una puerta metálica
pesada donde otro represor la amenazó apretándole los pezones. Luego la
volvieron a poner en un auto y la regresaron a la Brigada de San Justo.
La
testigo contó que en San Justo pudo encontrarse a Graciela Gribo, amiga de su
hermana Claudia, que había sido secuestrada un mes después que las hermanas
Kohn tras una sesión de torturas a Claudia para poder ubicarla.
Al
igual que Gribo en su testimonio, Roxana contó que en un determinado momento
las llevaron obligadas a limpiar las oficinas de la dependencia, donde el jefe
de los represores que se hacía llamar “Coronel” o “Comisario Aguirre”, que se
presentaba siempre de impecable traje, tenía un pizarrón con chinches que era
un organigrama con nombres de personas buscadas, asesinadas o desaparecidas. “Fue
impactante, no podía creer que me dejaran ver eso”, dijo Roxana. Además tenían
expuesto un cuadro que ella había comprado en Jerusalem y unas lechuzas de viento
que le habían robado a ella volviendo de Ezeiza.
En
San Justo también estuvo en una celda con Adriana Martín, militante de la UES
secuestrada en septiembre del ’77. Desde ese lugar pudo escuchar la radio policial
donde los represores se referían al lugar como “San Justo”. Además corroboró
que se trataba de esa dependencia porque en una oportunidad la sacaron a
reconocer casas y al salir vio la Plaza central de San Justo. Roxana afirmó que
también supo de la estancia en San Justo de una persona que decía que era del
Partido Comunista y que al creer que lo iban a matar se golpeaba la cabeza
contra la pared. Por la correspondencia de fechas podría ser el sobreviviente
Sigfried Watzlawik, quien estuvo en San Justo entre diciembre del ’77 y marzo
del ’78, y ya testimonió en este debate. Su hermana le contó que en una oportunidad
que la llevaron a limpiar un patio pudo observar secuestrado y tabicado dentro
de una celda a Saul Szajnbaum, compañero de estudios de Gribo y de su hermana
que continúa desaparecido.
El
14 de febrero del año ’78 le informaron que la iban a liberar, pero que si la
volvían a detener “no había segunda vuelta”. La sacaron oculta en una camioneta
y la dejaron en Ecuador y Santa Fe de Ciudad de Buenos Aires.
Su
hermana Claudia estuvo en San Justo hasta mediados de marzo del ’78, luego,
junto con Graciela Gribo, la pasaron por el Pozo de Banfield, la Comisaría de Haedo,
luego por Laferrere y finalmente por la cárcel de Devoto.
Roxana
agregó tras ser liberada vivió un tiempo bajo libertad vigilada, que en su casa
le dejaban tarjetas con citas extrañas a las que nunca concurrió y que por la
experiencia del secuestro y la tortura soñaba con vendas y cadenas. Entre los
represores de San Justo, además de “El Coronel” recordó a “Tiburón”, “Víbora” y
“El Rubio”. Al serle exhibido el álbum de represores reconoció a Ricardo Juan
García como “El Rubio” y a Héctor Horacio Carrera. Al igual que Graciela Gribo,
mencionó la visita que les realizó un personaje con sotana y un revólver, que
le habló de una compañera suya Laura Feldman, apodada “Penny”, militante de la
UES en el Carlos Pellegrini secuestrada en febrero del ’78, vista en el CCD “El
Vesubio” y cuyos restos fueron identificados por el EAAF en el cementerio de
Lomas de Zamora en 2009.
El
dato de la estricta planificación represiva de los agentes de San Justo a
través de organigramas de las personas y organizaciones apuntadas también fue
mencionado por la sobreviviente Adriana Martín, que en la 4ta audiencia de
debate contó que al igual que otras mujeres fue coaccionada a limpiar las oficinas del
primer piso de la Brigada y detrás de un escritorio vio un organigrama con
nombres y flechas donde estaban todos sus compañeros de la UES zona oeste y
distintos banderines: rojo para los asesinados, azul para los secuestrados y
amarillo para los buscados. “Fue humillante ser la servidumbre de los
represores”, dijo Martín en esa oportunidad. La existencia de un plan
sistemático de eliminación de un sector de la militancia política opositora al
régimen, coordinado desde la cúpula de mando de facto de la provincia,
efectuado por agentes de la Brigada, y con el apoyo de la inteligencia militar
es cada vez más clara. Ello se llama Genocidio y el Tribunal Oral Federal 1 de
La Plata lo sabe.
La próxima audiencia será el miércoles 10 de abril desde las 11 hs. Para presenciarla sólo
se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.
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