El 13 de agosto comenzó en La Plata el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. El debate incluye imputaciones a 19 represores por 84 casos, 31 de los cuales corresponde a personas detenidas-desaparecidas. LAS AUDIENCIAS SON LOS MIÉRCOLES DESDE LAS 10 AM EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE LA PLATA, CALLE 8 Y 50. (Se extenderá hasta 2019).

jueves, 11 de abril de 2019

03 DE ABRIL: VIGESIMA TERCERA AUDIENCIA

LOS ORGANIGRAMAS
Continuó el debate por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Brigada de Investigaciones de San Justo. Las sobrevivientes Graciela Gribo y Roxana Kohn relataron el secuestro y las torturas que sufrieron en ese CCD en 1978 y dejaron clara la existencia de un plan sistemático de eliminación de un sector de la militancia política opositora al régimen de facto.
Por HIJOS La Plata


La audiencia dio inicio con la testimonial de la sobreviviente GRACIELA GRIBO, que estuvo 3 meses secuestrada en la Brigada de San Justo y donde pudo comunicarse con otros detenidos, entre ellos el estudiante desaparecido Saúl Szajnbaum.
La testigo comenzó relatando que al momento de su secuestro, ocurrido el 12 de diciembre de 1977, tenía 20 años y había empezado estudiar medicina. Estaba de novia con un En mayo del ’75, mientras estaba en un asado en casa de amigos cayó un operativo, se secuestraron unas plantas de marihuana y su novio fue detenido. Franco era militante, estuvo detenido en Coordinación Federal, recibió 6 años de condena y fue deportado por tener nacionalidad australiana. En ese tiempo Graciela se casó para poder visitarlo, ya que no se permitían visitas de personas que no fueran familiares, y comenzó a relacionarse con familiares de detenidos políticos, aunque nunca participó en ninguna organización política.
Gribo dijo que la noche de su secuestro se había quedado en casa de unos amigos en Palermo porque tenía que preparar un examen. Aquella madrugada un grupo operativo de 3 o 4 hombres de civil que se presentaron como del Ejército entró violentamente a la casa de la calle Güemes. Graciela fue vendada, subida a un auto y trasladada a lo que después supo era la Brigada de San Justo. En la Brigada tenían secuestrados a sus padres y a su hermano Jorge de 15 años, que habían sido secuestrados en la casa familiar de calle Córdoba al 2400 en Capital Federal y fueron liberados al llegar ella. Tras ser llevada a una sala de torturas fue sometida a varios interrogatorios con picana eléctrica, mientras le preguntaban  por su actividad política. Luego la llevaron a una celda pequeña donde estuvo sola y vendada. Desde allí pudo escuchar que los represores hablaban por teléfono, se referían al lugar como “Brigada San Justo” y pedían “área” para realizar operativos. Tres días después volvió la picana y luego fue llevada a otra celda más grande donde se encontró a Claudia Kohn, amiga suya que había sido secuestrada en noviembre del ’77, a Roxana, hermana de Claudia, y a Adriana Martín, que estaba allí desde septiembre. La testigo mencionó que en la celda las visitó un cura que les insistía para que hablaran ante los represores. Además pudo saber que estaba allí secuestrado Saúl Jaime Szajnbaum, un joven de 22 años estudiante de bioquímica secuestrado el 21 de noviembre del ’77 en Capital Federal. Graciela conocía a Claudia Kohn de la facultad de Medicina, y en algunas reuniones se habían cruzado con Saúl. En marzo de 1978 Gribo, Claudia Kohn y Szajnbaum fueron llevados al Pozo de Banfield. Graciela vio por debajo de la venda que Saúl iba descalzo. Después se enteró que fue sacado de Banfield y nunca más supo nada de él. Cuando llegó a la comisaría de Laferrere encontró a otros secuestrados que venían de San Justo, como Rafael Chamorro, que le dijeron que lo habían visto a Saúl en Banfield y que se lo habían llevado en un “traslado”. En Laferrere también vio a Amalia Marrón y Jorge Heuman, sobrevivientes de San Justo que ya han testimoniado en este juicio.
La testigo relató que hace un tiempo, en una marcha del 24 de marzo, reconoció en una pancarta el rostro de Saúl Szajnbaum, se acercó y conoció al hermano Sergio que le confirmó que estaba desaparecido.
Estando en San Justo, en una oportunidad la sacaron de su celda y la llevaron a asistir a Adriana Chamorro, que había sido secuestrada en febrero del ’78, estaba muy desmejorada por la tortura y a la que ayudó a levantarse para ir al baño y para alimentarse.
Gribo relató otro episodio vivido en San Justo al referir que una vez se produjo un incendio en una oficina y ella y las hermanas Kohn fueron destabicadas y llevadas a realizar trabajo esclavo limpiando el ollín de las paredes. Allí pudieron ver unos carteles tipo organigrama de las organizaciones políticas del momento, con nombres de personas buscadas o ya secuestradas.


La testigo afirmó que los represores de San Justo se manejaban con apodos, y entre ellos recordó a “Tiburón” y “Víbora”, represores con mando sobre el resto, “Lagarto”, subordinado a los otros, un guardia llamado “Eléctrico” y el jefe apodado “Coronel”. Al serle exhibido el álbum de represores de San Justo reconoció a Héctor Carrera, agente de la dependencia entre agosto de 1975 y febrero de 1979.
Graciela Gribo viene relatando su calvario hace tiempo: declaró en abril de 1987 ante la Cámara de Apelaciones de la Capital Federal en la causa contra los genocidas Ramón Camps, Ovidio Richieri, Miguel Etchecolatz, Alberto Rousse, Héctor Vides, Jorge Bergés y Norberto Cozzani. Después de pasar 3 meses en San Justo fue llevada unos meses al Pozo de Banfield, luego a la comisaría de Haedo, donde pudo tener un primer contacto con su familia, más tarde a la sub comisaría de Laferrere, sufrió un Consejo de Guerra en el Regimiento 1, fue llevada a la cárcel de Devoto, fue pasada al Pen y sobreseída en una causa en la justicia federal y finalmente liberada a fines de 1981. Sobre cómo continuó su vida tras ser liberada dijo que en realidad estaba en libertad vigilada y al haber podido sobrevivir buscó fuerza en la gente que la rodeaba.
Para finalizar reflexionó que “la justicia es mucho más que resarcir lo violentado. Es también la posibilidad de ponerle palabras a los gritos de horror, a la impotencia, a la nada dolorosa que implican las ausencias como la de Saúl. Él debería haber podido proyectar su futuro y no está. Como los 30 mil. Las palabras hacen presentes a los ausentes y ya eso repara un poco”. Exigió justicia por Saúl y por todos los desparecidos de la Brigada de San Justo y señaló que “a pesar de que pasó el tiempo la verdad no huye”.


El segundo y último testimonio correspondió a ROXANA KOHN, ex detenida desaparecida que estuvo 3 meses en la Brigada de San Justo junto a su hermana Claudia, estudiante de medicina y militante de Política Obrera. La sobreviviente comenzó agradeciendo la posibilidad de hablar de lo que le sucedió hace 42 años y dijo hacerlo por su hermana, también sobreviviente y que falleció, por los 30 mil detenidos desaparecidos, por los asesinados, por los organismos de Derechos Humanos y para que siempre haya Memoria, Verdad y Justicia.
Roxana contó que realizó el secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires y militó en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Había decidido irse del país a Israel cuando mataron a su novio Federico Julio Martull en junio del ‘77. “El Turquito” había sido visto con vida en el CCD “El Vesubio” y su cuerpo acribillado apareció el 3 de julio del ’76 en Del Viso. Roxana salió en diciembre del ’76 y en Israel estuvo 10 meses en un kibutz, tras lo cual vivió en distintos lugares de Europa. Hizo varios intentos por regresar pero por consejo de su padre pospuso la vuelta. Cuando efectivamente regresó, el 18 de noviembre de 1977, la fueron a recibir sus padres y su hermana. A mitad de camino de regreso del aeropuerto fueron interceptados por varios autos, los pararon, separaron a las hermanas de los padres. Todos fueron llevados a San Justo, incluidos su madre Dora Pobo y su padre Alejandro Kohn, que a las pocas horas fueron liberados. Las hermanas fueron conducidas encapuchadas a una sala donde comenzaron los interrogatorios y que luego supo era la Brigada de San Justo. A Roxana le preguntaron por “Alex”, y ella pensó que le hablaban de su padre Alejandro o de un novio anterior así apodado. Entonces le mostraron fotos de ella tomadas en una actividad y le leyeron la desgravación textual de una conversación telefónica a Madrid que ella había tenido con su abuela en octubre de ese año con motivo del cumpleaños de ésta, donde ella había mencionado “invitálo a Alex”.
Le dijeron “pensá, porque de esto depende tu vida”. Así fue llevada a una sala donde le pusieron una toalla mojada y la torturaron con picana eléctrica. Tras la sesión la ubicaron encapuchada en una celda desde donde escuchaba los tormentos aplicados a otros detenidos. A los 4 días la ponen junto a su hermana Claudia, pero al poco tiempo la sacaron a las patadas, la pusieron en un auto y la llevaron a otro lugar tipo garaje que ella reconoce como el CCD “Club Atlético”, los talleres de la División Administrativa de la Policía Federal ubicados en San Telmo. Allí le asignaron el código D 60 y recuerda que un represor gordo con una cruz esvástica le pegó con un palo de béisbol  mientras hacía comentarios sobre su ascendencia judía. Después la pusieron en una cucheta con una puerta metálica pesada donde otro represor la amenazó apretándole los pezones. Luego la volvieron a poner en un auto y la regresaron a la Brigada de San Justo.
La testigo contó que en San Justo pudo encontrarse a Graciela Gribo, amiga de su hermana Claudia, que había sido secuestrada un mes después que las hermanas Kohn tras una sesión de torturas a Claudia para poder ubicarla.
Al igual que Gribo en su testimonio, Roxana contó que en un determinado momento las llevaron obligadas a limpiar las oficinas de la dependencia, donde el jefe de los represores que se hacía llamar “Coronel” o “Comisario Aguirre”, que se presentaba siempre de impecable traje, tenía un pizarrón con chinches que era un organigrama con nombres de personas buscadas, asesinadas o desaparecidas. “Fue impactante, no podía creer que me dejaran ver eso”, dijo Roxana. Además tenían expuesto un cuadro que ella había comprado en Jerusalem y unas lechuzas de viento que le habían robado a ella volviendo de Ezeiza.
En San Justo también estuvo en una celda con Adriana Martín, militante de la UES secuestrada en septiembre del ’77. Desde ese lugar pudo escuchar la radio policial donde los represores se referían al lugar como “San Justo”. Además corroboró que se trataba de esa dependencia porque en una oportunidad la sacaron a reconocer casas y al salir vio la Plaza central de San Justo. Roxana afirmó que también supo de la estancia en San Justo de una persona que decía que era del Partido Comunista y que al creer que lo iban a matar se golpeaba la cabeza contra la pared. Por la correspondencia de fechas podría ser el sobreviviente Sigfried Watzlawik, quien estuvo en San Justo entre diciembre del ’77 y marzo del ’78, y ya testimonió en este debate. Su hermana le contó que en una oportunidad que la llevaron a limpiar un patio pudo observar secuestrado y tabicado dentro de una celda a Saul Szajnbaum, compañero de estudios de Gribo y de su hermana que continúa desaparecido.
El 14 de febrero del año ’78 le informaron que la iban a liberar, pero que si la volvían a detener “no había segunda vuelta”. La sacaron oculta en una camioneta y la dejaron en Ecuador y Santa Fe de Ciudad de Buenos Aires.
Su hermana Claudia estuvo en San Justo hasta mediados de marzo del ’78, luego, junto con Graciela Gribo, la pasaron por el Pozo de Banfield, la Comisaría de Haedo, luego por Laferrere y finalmente por la cárcel de Devoto.
Roxana agregó tras ser liberada vivió un tiempo bajo libertad vigilada, que en su casa le dejaban tarjetas con citas extrañas a las que nunca concurrió y que por la experiencia del secuestro y la tortura soñaba con vendas y cadenas. Entre los represores de San Justo, además de “El Coronel” recordó a “Tiburón”, “Víbora” y “El Rubio”. Al serle exhibido el álbum de represores reconoció a Ricardo Juan García como “El Rubio” y a Héctor Horacio Carrera. Al igual que Graciela Gribo, mencionó la visita que les realizó un personaje con sotana y un revólver, que le habló de una compañera suya Laura Feldman, apodada “Penny”, militante de la UES en el Carlos Pellegrini secuestrada en febrero del ’78, vista en el CCD “El Vesubio” y cuyos restos fueron identificados por el EAAF en el cementerio de Lomas de Zamora en 2009.
El dato de la estricta planificación represiva de los agentes de San Justo a través de organigramas de las personas y organizaciones apuntadas también fue mencionado por la sobreviviente Adriana Martín, que en la 4ta audiencia de debate contó que al igual que otras mujeres fue coaccionada a limpiar las oficinas del primer piso de la Brigada y detrás de un escritorio vio un organigrama con nombres y flechas donde estaban todos sus compañeros de la UES zona oeste y distintos banderines: rojo para los asesinados, azul para los secuestrados y amarillo para los buscados. “Fue humillante ser la servidumbre de los represores”, dijo Martín en esa oportunidad. La existencia de un plan sistemático de eliminación de un sector de la militancia política opositora al régimen, coordinado desde la cúpula de mando de facto de la provincia, efectuado por agentes de la Brigada, y con el apoyo de la inteligencia militar es cada vez más clara. Ello se llama Genocidio y el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata lo sabe.
La próxima audiencia será el miércoles 10 de abril desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

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