El 13 de agosto comenzó en La Plata el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. El debate incluye imputaciones a 19 represores por 84 casos, 31 de los cuales corresponde a personas detenidas-desaparecidas. LAS AUDIENCIAS SON LOS MIÉRCOLES DESDE LAS 10 AM EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE LA PLATA, CALLE 8 Y 50. (Se extenderá hasta 2019).

martes, 28 de mayo de 2019

22 DE MAYO: VIGESIMA OCTAVA AUDIENCIA

El aporte de la brigada Palomar a la brigada San Justo
Con los testimonios de un ex soldado conscripto que realizó el servicio militar en dictadura en Primera Brigada Aérea de El Palomar, donde participó de operativos del terror de Estado, y la hermana de una ex detenida del Complejo Habitacional 17 de Ciudad Evita-Tablada que también sufrió secuestro y torturas, continuó el debate por uno de los CCD más grandes de la zona oeste del conurbano en dictadura.
 Por HIJOS La Plata


La audiencia se inició con la testimonial de WITOLD JORGE NOWAKOWSKI, ex soldado conscripto en la Primera Brigada Aérea de El Palomar, partido de Morón, en el año ‘77. El testigo, que ya declaró en el TOF 1 de San Martín en la causa 1861/2011 caratulada “Barberis, Marcelo Eduardo y otros” (Mansión Seré 2), detalló que fue sorteado para el servicio militar en el Distrito Militar de San Martín incorporado a la Brigada de Palomar en enero del ’77. Allí revistó en el Escuadrón Tropa y por tener aptitud de tiro lo asignaron a la Compañía COIN (Contrainsurgencia) como soldado apuntador de FAL. La compañía tenía unas 80 personas, entre apuntadores de FAL, de FAP y choferes, y se dividía en 2 grupos: los operativos, que salían a recorrer y realizar operativos en camionetas Dodge con armas pesadas y otro de apoyo que acudía a los sucesos una vez en desarrollo. Dijo que también realizó vuelos al sur en Hércules para llevar pertrechos y  que su baja anual se estiró por la vigencia del conflicto limítrofe con Chile, donde la tropa fue retenida preventivamente. Tras ser dado de baja fue reconvocado en 1978.
Sobre la dinámica interna en la Brigada del Palomar sintetizó que los soldados tenían instrucción militar, técnica y física, y que las prácticas de tiro las realizaban con material liviano en la misma dependencia y con armamento pesado y automático en Campo de Mayo, partido de San Miguel.
Preguntado por el rol real que cumplía la Fuerza Aérea en el esquema represivo en esos años el testigo dijo “yo esto lo veo ahora de grande, en ese entonces uno tenía la fantasía de hacer el servicio militar, pero a nosotros nos instruyeron para hacer operativos. Era nuestra función natural. La Fuerza Aérea hacía función de policía, porque detenía delincuentes comunes y los traslada a las comisarías, la más cercana la de Palomar, a 3 o 4 cuadras de la Brigada. A la Brigada sé que han llevado gente porque hemos ido a buscar personas a distintos domicilios. A veces nos acompañaban vehículos de civil, algunos oficiales o suboficiales que andaban de civil con nosotros. Iban en autos particulares que no puedo asegurar si era de ellos o de la Brigada, y de civil o con vestimenta mixta, pantalón de jean y campera militar. Ellos hacían operativos y nosotros íbamos de apoyo”.
Requerido específicamente sobre algún operativo de lo que ellos denominaban “lucha antisubversiva”, dijo que una vez participó como apoyo de un hecho en Hurlingham o William Morris, en una fábrica de guantes, donde “por los rastros que quedaban en el lugar se notó que había habido gente herida: restos humanos, masa encefálica, cuero cabelludo, mucho sangre en el piso y las paredes, señales de disparos. Cadáveres no vi. Nos llevaron como ‘personal de mudanza’, para cargar las máquinas y elementos que había ahí en camiones de la Brigada. Era una casa baja con un cerco en una calle de tierra”. Además recodó que “se cargaron máquinas, bolsas de guantes  y cueros. Recuerdo que después un suboficial repartió algunos guantes en la compañía”. Afirmó que los materiales levantados en esa casa se guardaron en un hangar de la Primera Brigada donde habitualmente se guardaban los carros de asalto. Y agregó que en ese hangar, además de materiales de uso habitual como cubiertas de aviones o mangueras, también había heladeras, cocinas, camas desarmadas y roperos que venían de los operativos que se realizaban.


En la audiencia 24 de este debate declaró la testigo ELDA RODRÍGUEZ, hermana de Enrique Ricardo “Pluma” Rodríguez, militante de la UES zona oeste desaparecido el 16 de septiembre de 1977 tras ser secuestrado de la casa de sus padres, Juan ventura Rodríguez y Epifania Ramírez, quienes fueron asesinados en el operativo. Por diversos relatos de vecinos y las averiguaciones de su primo pudieron saber que en el operativo actuó una patota con un camión en la puerta, que sacaron a sus padres violentamente a la mitad de la calle y los alternaban sacándolos e ingresándolos a la casa de a uno. Su madre gritaba que no les hicieran nada y un vecino que quiso interceder fue amenazado por los represores. Finalmente los entraron y los asesinaron a tiros en la cocina. Cuando los genocidas se retiraron un vecino y amigo del padre ingresó a la casa y vio que habían sido rematados con un tiro de gracia cada uno. Elda contó que su padre tenía un taller de guantes finos en su casa y que tras el operativo los genocidas vinieron con un camión se robaron las máquinas, los cueros y todos los elementos del taller más las cosas de la casa.
Preguntado sobre las dependencias policiales a las que llevaban detenidos, el ex soldado Nowakowski mencionó las comisarías de San Martín, de Caseros, de Martín Coronado, de Hurlingham y otras, a donde llevaban detenidos por pedido de asistencia de la Policía Bonaerense o “por reciprocidad”. Reconoció que pudo haberse llevado gente detenida a la Brigada de San Justo, pero como él no conocía la zona se enteraba por lo que le decían. Dijo que el Grupo de Tareas de la Primera Brigada funcionaba en el subsuelo del escuadrón Tropa, junto al casino de oficiales. Allí coordinaba el jefe de la Brigada, Santichone. Sobre la existencia de “zona liberada” el testigo dijo que a veces desde el Colegio Militar informaban por radio que se iba a hacer algún operativo y se activaban los Grupos de Tareas 10 y 11, con 2 o 3 camionetas a cargo de algún oficial, o bien en conjunto con el Grupo 1 de Vigilancia Aérea de Merlo (GIVA), con la Escuela de Suboficiales de Ezeiza o con camionetas Ford de la Séptima Brigada Aérea de Morón, que tenía mejores vehículos que ellos. Recordó que cierta vez la empresa Ford les regaló una camioneta tras filmar una publicidad en el predio. Dijo que por su experiencia “no había restricciones para ir a ningún lado”.
Contó una experiencia que vivió cuando vio que en un avión que había llegado se puso una escalera y se bajó de una patada a una mujer detenida, que estaba vendada en los ojos, y que cayó estruendosamente al piso. Luego fue alojada en un hangar con otros detenidos y a la noche se los llevaron a destino desconocido. En otra ocasión los llevaron a una casa quinta en Morón a entregar comida para unos detenidos a un lugar que no era otro que el CCD Mansión Seré, y que por la cantidad de comida que llevaban sospecha que había allí mucha gente confinada.
La Primera Brigada Aérea de El Palomar es la unidad militar aérea más antigua del país, nacida en marzo de 1949 tras la fusión de la Base Aérea Militar “El Palomar” y los Regimientos 1 y 2 de Transporte Aéreo. Su función principal fue la de transporte aéreo: en los ´60 se manejaba con los utilitarios Havilland ingleses y los Lockheed Hércules norteamericanos de transporte, en los ‘70 con los Caravelle franceses y los Fokker holandeses, y en la guerra de Malvinas desde esta Brigada se hizo transporte de personal y equipamiento.
La participación de represores de la Fuerza Aérea en el genocidio de la última dictadura desplegado en el conurbano oeste fue probada en los juicios orales de las causas conocidas como “Mansión Seré” (2008), “Hospital Posadas” (2011),  “Mansión Seré 2” (2015) y “RIBA” (2016). En la causa “Mansión Seré 2” se estableció el coordinado funcionamiento entre ese CCD y los que funcionaron en la Primera Brigada Aérea de El Palomar, la Séptima Brigada Aérea de Morón, la Comisaría de Castelar y la Comisaría de Haedo. Además se dio por probado que la Fuerza Aérea creó una Fuerza de Tareas a la que se le subordinaban medios de las Agrupaciones “Morón”, “El Palomar”, “Mariano Moreno” y “GIVA”.
En el juicio por los crímenes cometidos en el Hospital Posadas el represor Hipólito Rafael Mariani reconoció que a los fines de la “lucha contra la subversión”, los dos jefes del Estado Mayor del Ejército, en ese momento el General Viola y el Brigadier Graffigna, llegaron a un acuerdo cediendo la zona en cuestión a la Fuerza Aérea y agregó que “la zona que estaba a mi cargo era muy grande y el máximo responsable de ahí era el Jefe de la Fuerza de Tareas 100 que era yo. Mi jefe inmediato era el titular del CAMI, era el Brigadier Mayor Osses. La Primera Brigada Aérea de El Palomar era una unidad de la Fuerza Aérea. Yo tenía tres roles, era el Jefe de la Fuerza de Tareas 100, el Jefe de Guarnición y el Jefe de la Primera Brigada Aérea de El Palomar. El personal que hay de inteligencia en el FT 100 es para evaluar al personal”. Mariani, fue jefe de la Primer Brigada Aérea del Palomar desde el 16 de diciembre de 1976 al 17 de diciembre de 1977 y, en tal carácter detentó la jefatura de la Fuerza de Tareas 100 (FT100) y el Comando de la Subzona 16. De su legajo también surge que le fueron asignados bajo el rubro “tareas y funciones adicionales - comisiones y/o trabajos especiales” los cargos de Jefe de Guarnición Aérea y Presidente del Comité de Prevención. En la acusación fiscal se interpreta que “esta descentralización, lejos de ser una mera división administrativa del espacio terrestre, importó la concreta distribución dentro del aparato ilegal organizado de cuotas concretas de poder para, básicamente, dominar el territorio y su población, claro está, con el también premeditado fin de ejecutar el plan sistemático de represión”.


En esa causa, donde se condenó a Mariani a 8 años de prisión, a Reinaldo Bignone a 15 años y al represor civil Luis Muiña a 13 años, la justicia probó que hubo detenidos llevados hasta la Primera Brigada Aérea de El Palomar, como el caso de Gladis Evarista Cuervo, enfermera de Traumatología del Posadas, secuestrada el día 25 de noviembre de 1976, llevada al centro clandestino de detención que funcionaba en el chalet del hospital  y tras 14 días de tormentos fue trasladada a una construcción precaria ubicada dentro de la Primer Brigada Aérea de El Palomar, donde permaneció 58 días en una “tapera” y fue liberada el 22 de enero de 1977.
Recordemos que en la audiencia 14 de este debate la testigo Zoraida Martin, sobreviviente de 3 CCD de la zona oeste y hermana de Adriana Martín, ex detenida de la Brigada de San Justo y caso en este juicio, relató su secuestro en Godoy Cruz, Mendoza, en enero de 1977, desde donde fue traída en avión desde El Plumerillo a la Base Aérea del Palomar, luego a la 3ra de Castelar, donde pudo saber que estaba su hermana, y finalmente a Mansión Seré. La casa de la familia en Villa Udaondo sufrió 13 allanamientos: con ello vivieron los secuestros y torturas de las dos hijas, del padre Manuel y secuelas en los hermanos Sergio y Gustavo. De hecho tanto Zoraida como Adriana afirmaron que posterior a su liberación vivieron vigiladas bajo órbita de la Fuerza Aérea. Sobre el lugar en que fue liberada, un basural de relleno de Bancalari, agregó que era habitual que allí aparecieran cuerpos de personas secuestradas, que ahí se fraguaban enfrentamientos y que hace algunos años pudo reconocer el lugar con el Equipo Argentino de Antropología Forense. Lo describió como un triángulo operacional entre el Batallón 601 del Ejército, la Fuerza Aérea y la Regional de Inteligencia de la Policía bonaerense (RIBA). Sobre la coordinación represiva en la zona Zoraida recordó la existencia de la denominada “Orden Provincia 2/76”, del Comando de Operaciones Aéreas, que implicó el accionar autónomo de la Fuerza Aérea como mando operacional para el exterminio en la zona oeste.
Si tras mucho esfuerzo la Primera Brigada Aérea de El Palomar pudo ser señalizada como centro clandestino de detención, con el habitual desparpajo y paso de elefante que lo caracteriza, desde fines de 2017 el macrismo aceleró el proceso de incorporación de las aerolíneas de bajo costo al mercado de vuelos locales y cedió las instalaciones para operaciones comerciales en un aeropuerto trucho. La iniciativa fue rechazada por vecinos de Hurlingham, Morón y Tres de Febrero por el impacto ambiental que genera y por organismos de Derechos Humanos que pidieron una medida cautelar ordenando la clausura de las obras porque destruyen un sitio de memoriaClaramente por otros motivos, la avanzada del ministro de Transporte Guillermo Dietrich también recibió el rechazo de un sector de la familia castrense, que dijo recibir con esto un golpe más a la identidad de la Fuerza Aérea Argentina”. La discusión llegó a la justicia y hasta la Corte Suprema intervino por el funcionamiento del lugar sin la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental.




El segundo y último testimonio de la jornada fue el de JOSEFINA BENÍTEZ, hermana de la referente barrial del Complejo Habitacional 17 de Ciudad Evita-La Tablada, que como ella sufrió secuestro y torturas en la última dictadura.
La testigo contó que su familia es oriunda de Misiones y que eran 10 hermanos. En 1976 ella tenía 27 años, vivía en Misiones y estudiaba para docente, cuando le avisaron a la familia que su hermana Cirila había sido secuestrada en la Provincia de Buenos Aires. Cirila era presidenta de la Comisión de madres de la Junta Vecinal del Complejo habitacional 17. Junto a su esposo Aureliano Araujo fueron los principales impulsores de esa experiencia de organización barrial en La Matanza que fue especialmente perseguida por el Terrorismo de Estado de la última dictadura. La madrugada del mismísimo 24 de marzo de 1976 llegó un operativo a su casa del Complejo y un grupo de hombres de civil y armados entró violentamente, revisando todo y preguntando por su esposo. A Cirila la tabicaron y le ataron las manos, junto a sus cuñadas Olga y Teresa Araujo y un muchacho del barrio, los pusieron en una camioneta y tras un viaje muy corto las llevaron al Regimiento 3 de La Tablada, ubicado en frente al complejo.
Ante esa situación Josefina vino a Buenos Aires con su madre para hacerse cargo de los 3 hijos de Cirila y del cuidado de su casa. Sólo con el apoyo de los vecinos del barrio comenzaron la búsqueda de Cirila. Sin embargo al tiempo Josefina tuvo que comenzar a viajar A Misiones para no perder sus estudios. En uno de esos viajes, que realizaba con una amiga que tenía auto y cuyo esposo era sub alferez de Gendarmería, su compañera le dijo que una persona había preguntado por ella. La venían siguiendo y finalmente en noviembre del ’76, mientras estaba en su trabajo como enfermera en el Hospital de El Dorado aparecieron 3 personas de civil a las 3 de la mañana y le dijeron que los lleve a su casa. La llevaron en un Unimog de Gendarmería hasta su departamento, que alquilaba con una amiga. “Me alegré porque pensé que iba a haber novedades de mi hermana”, reconoció la testigo. Lejos de ello la patota le revolvió el departamento hasta que encontraron una carta de Cirila desde la cárcel de Olmos y un libro del Che Guevara. “Abríguese, nos va a tener que acompañar” le dijeron. La llevaron a una dependencia de Gendarmería donde estuvo horas esperando en un pasillo. Mientras comenzaron a llegar como demorados sus compañeros de trabajo del hospital. Tras todo el día de espera, a las 3 de la mañana del otro día la llevaron a interrogarla por su hermana y su cuñado Aureliano Araujo. Ella les contestaba que su hermana trabajaba en casas de familia y en los ratos libres gestionaba un dispensario en el barrio. Así la tuvieron 30 días en la sede de Gendarmería con interrogatorios diarios, y donde hasta sufrió un intento de violación de parte de un gendarme. Tras liberarla le dijeron que se fuera, que no volviera más a Buenos Aires y le cursaron una curiosa “constancia para el trabajo” cuyo original la sobreviviente presentó ante el tribunal.
Pese a lo vivido Josefina no podía irse porque estaba al cuidado de sus 3 sobrinos, trabajaba de noche como enfermera y además visitaba a su hermana en los penales de Olmos y Devoto, le llevaba comida y lo que necesitara. En esas visitas conoció a otros familiares de presos políticos y con ellos gestionó la salida del país de su hermana.
Josefina contó que todo ese período se vivió con mucho miedo por no poder hablar de lo que sucedía en el trabajo y tampoco poder relacionarse con el resto de la familia para no involucrarlos.
En la audiencia 24 de este juicio dio su testimonio Cirila Benítez como sobreviviente de 5 Centros Clandestinos de Detención: Regimiento 3 de La Tablada, “Puente 12”, Subcomisaría de Laferrere, “Pozo de Banfield” y Comisaría de Monte Grande. Relató las torturas sufridas en esos lugares y que tras varios meses de cautiverio como desaparecida la pasaron a disposición del Poder Ejecutivo, la alojaron en las cárceles de Olmos, Devoto, Coordinación Federal, Ezeiza y la liberaron en 1978 con su salida del país a Holanda. Desde el exterior tomó conocimiento de la misa que se realizó en marzo del ’78 en la catedral de San justo para pedir por su liberación y contra su expulsión de país. En esa instancia fueron detenidos nuevamente sus familiares Teresa y Olga Araujo, el primo de Olga, Estanislao Araujo, su concuñado Abel De León y otra decena de militantes y colaboradores del barrio que fueron todos llevados a la Brigada de San Justo.
Josefina agregó que cuando su hermana salió a Holanda ella se quedó un tiempo más con sus sobrinos y luego se los sacó del país para que se encontraran con su madre, que volvió al país 15 años después de los hechos. Josefina siguió trabajando como enfermera para el municipio de La Matanza en Villa Palito hasta que se jubiló. “Nunca entendí por qué persiguieron tanto a mi hermana y mi cuñado, si se dedicaron a ayudar a los más necesitados” afirmó la testigo, casi respondiendo en la misma pregunta, y cerró diciendo “si quisieron destruir a la familia lo lograron, porque nos alejamos mucho entre nosotros y ninguno es más el que era antes de que esto pasara”.
En su testimonio en este juicio Cirila contó que la tarea social que desarrollaba en el Complejo 17 se basaba en la creación de una Junta Vecinal, que presidía su esposo, y la instalación de una sala sanitaria desde la que ella coordinaba la vacunación de los niños con la colaboración de los médicos Norberto Liwski, Francisco García Fernández Jorge Heuman, Raúl Petruch y otros. Como se sabe se encuentra agregado a la causa un informe con base en material de la Dirección de Inteligencia de la bonaerense (DIPPBA) que detalla que la Delegación de Inteligencia n° 1 de Morón-San Justo venía haciendo tareas de inteligencia sobre Cirila y otras personas activistas del barrio por lo menos desde enero de 1976. Allí los represores realizaban una semblanza completa de Cirila y la sindicaban como organizadora de la ocupación en el barrio y como militante del PCR. En base a ese informe se desató luego la cacería, que como detalló Josefina llegó hasta la provincia de Misiones.
La próxima audiencia será el miércoles 5 DE JUNIO desde las 11 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

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