El 13 de agosto comenzó en La Plata el juicio por los crímenes cometidos en el Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. El debate incluye imputaciones a 19 represores por 84 casos, 31 de los cuales corresponde a personas detenidas-desaparecidas. LAS AUDIENCIAS SON LOS MIÉRCOLES DESDE LAS 10 AM EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE LA PLATA, CALLE 8 Y 50. (Se extenderá hasta 2019).

jueves, 22 de noviembre de 2018

7 DE NOVIEMBRE: DÉCIMO PRIMERA AUDIENCIA

LA VOZ DE LAS HIJAS
Con los testimonios de las hijas de dos desaparecidos en noviembre de 1976 y el relato de un sobreviviente de “El Infierno” que supo de varios detenidos que venían de San Justo, continuó el debate por los crímenes cometidos en uno de los CCD más grandes del conurbano oeste.
Por HIJOS La Plata

La audiencia del 7 de noviembre giró en torno a los casos de dos militantes peronistas secuestrados en simultáneo en dos operativos llevados a cabo en la madrugada del 20 de noviembre de 1976. Son los casos de Ricardo Darío Chidichimo, por quien hay 9 represores imputados en el debate, y de Jorge Luis Congett que por inexplicables defecciones judiciales no forma parte del juicio pese a haber prueba que acredita su paso la Brigada de San Justo. En ambos casos el destino de los secuestrados fue San Justo y luego la Brigada de Investigaciones de Lanús, con asiento en Avellaneda. El testimonio de Nilda Eloy, de quien se cumple estos días un año de su fallecimiento, fue clave para determinar el ese recorrido y el derrotero de éstos y otros desaparecidos.


Iniciando la audiencia la hija de Ricardo, FLORENCIA CHIDICHIMO, relató el secuestro de su padre ocurrido en la noche del 19 al 20 de noviembre de 1976 en la casa familiar de Ramos Mejía, cuando ella tenía 8 meses. Relató que esa noche sus padres habían vuelto tarde de un casamiento y la habían dejado con la familia. Ya de madrugada los represores rompieron la puerta del domicilio e ingresaron violentamente. Entonces separaron a los golpes a su padre en una pieza mientras discutieron si se llevaban o no a su madre, Cristina del Río. Luego decidieron dejar a Cristina tapada con una frazada y se llevaron a Ricardo. Antes de irse robaron varias cosas y uno de los represores le dijo a su madre “Miráme, yo te salvé”. Cristina salió de la casa y fue corriendo hasta la casa de su hermana. Fue la última vez que vieron a Ricardo.
Luego Florencia contó sobre la militancia de sus padres, que se inició en tareas sociales con la iglesia tercermundista y continuó orgánicamente con Ricardo en la JUP en Ciencias Exactas de la UBA, donde estudiaba y se recibió de meteorólogo, y Cristina en la JTP de La Matanza, adonde la familia se mudó en el año ‘75. Florencia contó que por la actividad de su madre en el sindicalismo en La Matanza Ricardo conoció a Jorge Congett, trabajador y delegado municipal desaparecido. Al quedar embarazada Cristina la pareja hizo un acurdo de que ella abandonaba la militancia y Ricardo continuaba sus tareas. Así fue y de hecho Chidichimo estuvo entre los fundadores del Partido Auténtico en la zona oeste, junto a Congett, José Rizzo, Héctor Galeano y Gustavo Lafleur, como la rama política de Montoneros en la zona.
Tras el secuestro de Ricardo la familia se mudó a la casa de la abuela y nunca volvieron a Ramos Mejía. Precisamente la lucha por Ricardo la inició su madre, Nélida Fiordeliza, conocida como “Quita” entre sus compañeras de Madres de Plaza de Mayo. Entre la presentación de Habeas Corpus, la ayuda de organismos como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y la visita a regimientos y a algunos sectores de la jerarquía de la iglesia como el capellán Emilio Graselli, la familia se vinculó a la lucha y pudo reconstruir algunos datos. Florencia mostró la ficha que Graselli confeccionó por el caso de su padre, que forma parte del famoso fichero por el que se le imputa la complicidad con el terrorismo de Estado en la causa en la causa Nº 85 de los tribunales platenses por su presunta responsabilidad en delito de lesa humanidad en su rol de Secretario Privado del Vicario Castrense. “En la ficha coinciden las fechas y unos datos crípticos con la ficha de Congett”, señaló Florencia y pidió que se cite a Graselli a aclarar el punto.
Además la testigo describió la persecución que sufrió la abuela “Quita” con aquel grupo inicial de Madres: le pintaron “M.T.” con aerosol en la casa, en alusión al mote de “Madre Terrorista”, la llamaban por teléfono para amenazarla, a lo que les respondía con puteadas, y fue sobreviviente del operativo del 8 de diciembre del ’77 en la Iglesia de la Santa Cruz en el barrio porteño de retiro. Allí, donde solían reunirse los familiares, la Armada secuestró a las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, a la monja francesa Alice Domon, y los militantes Ángela Auad, Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo. “A mi abuela la tironearon pero no la pudieron subir al auto” dijo Florencia, y agregó la sorprendente anécdota de que en una ocasión el mismísimo represor Alfredo Astiz, del GT 3.3.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada, la tuvo en brazos en la puerta de la iglesia, y le preguntó a su madre “¿Tu marido estaba en la joda?”. La interpelación le sonó mal a Cristina, que comenzó a sospechar de ese personaje que se hacía pasar como “Gustavo Niño” familiar de un desaparecido en Mar Del Plata. Según la testigo, su padre pudo mandar mensajes 2 veces desde el cautiverio: una vez un desconocido tocó el timbre de la casa de la abuela para decir que lo busquen porque “todavía está entero”, y otra vez le hicieron llegar un dato similar a la familia.
Florencia relató que más cerca en el tiempo pudo conocer a Raúl Cubas, periodista secuestrado en La Matanza y ex detenido de la ESMA, quien le contó que había sido responsable de su padre en Montoneros y que una vez Ricardo le había dado una mano cobrándole el sueldo que él no podía reclamar por cuestiones de seguridad. Otro que tenía información de su padre pero no aportó mucho fue Diego Guelar, ex abogado del PJ, exitoso banquero y oscuro funcionario de Cancillería que fue embajador en Brasil y EEUU en las gestiones de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, y actualmente representa al país ante China como parte de Cambiemos.
Pero el testimonio que ayudó a echar luz sobre la incertidumbre del destino de Ricardo fue el de Nilda Eloy, a quien Florencia conoció cuando fue a buscar el legajo de la DIPPBA de su padre a la Comisión por la Memoria, donde trabajaba la ex detenida. Al escuchar su apellido Nilda se conmovió y le relató que había compartido cautiverio con su padre a fines del ’76 en el CCD “El Infierno” y que llegó allí con un grupo de detenidos que venía de San Justo. Nilda fue secuestrada el 1 de octubre de 1976 en La Plata y fue sobreviviente de 6 CCD entre ellos La Cacha, el Pozo de Quilmes, uno de los centros de Arana, el Vesubio, la Brigada de Lanús en Avellaneda y la Comisaría 3ra de Valentín Alsina. Llegó al “Infierno el 31 de octubre del ‘76 y estuvo allí 2 meses. En su testimonio en Juicio por la Verdad de septiembre del ‘99 dijo: “Allí también estuvo gente de SAIAR, de la fábrica SAIAR, que llegaron todos juntos. Bueno, llegaron por lo menos al lugar todos juntos. De SAIAR estaba Luis Jaramillo, que le decían “El Sapo”, Héctor Pérez, que era un muchacho jovencito. Ellos dos están desaparecidos todavía. (…) Después había un  Gustavo Lafleur, un señor de Chichidimo o Chiridimo o De Chichirimo (sic), algo así era el apellido, un apellido Italiano, que era meteorólogo. Después un hombre bastante mayor, Rizzo, José Rizzo, que estaba en muy malas condiciones (…) Había mucho movimiento y normalmente sacaban por ahí grupos de cuatro o cinco personas, y bueno, después nosotros sabíamos que era para matarlos”. Florencia testimonió en el Juicio por la Verdad de La Plata en diciembre 2011 y a pedido de Eloy. En la audiencia de este juicio Florencia dijo que Nilda le contó que en “El Infierno” su papá, para darle ánimo a los compañeros, miraba por la hendija de una ventana y daba el parte meteorológico: “Estaba con la cabeza afuera, y con esas cosas nos sacaba un poco de ahí”, afirmó Florencia que le dijo la ex detenida. La inmensa tarea militante de Nilda sigue dando frutos, y prueba una vez más que son los ex detenidos y los organismos de DDHH los únicos que ayudan a juntar las partes del rompecabezas que significó la represión del Terrorismo de Estado.
Al finalizar su testimonio Florencia, que se organizó como familiar con HIJOS La Matanza, reflexionó que “por cuestiones de seguridad en la militancia hubo mucha información compartimentada, pero la memoria no está enterrada y a veces cuando una la fuerza aparece. Yo celebro estar ahora acá. Yo viví el Punto Final, la Obediencia Debida y los Indultos. Y espero que no haya un nuevo indulto con el 2x1”. Pidió también que se desafecte el edificio de la Brigada de San Justo y se erija allí un museo de la memoria. Y finalmente leyó un poema que le escribió a su papá que dice: “Busco y no encuentro. Busco en el olor a café con leche recién hecho. Busco en la sonrisa de su hija que no es más que la suya. Busco en los rincones del recuerdo que resisten al olvido: Olvido feroz que acecha a este mundo, ciego y cansado. Busco verdades de otros porque las mías no las tengo”.
A continuación dio testimonio OSCAR SOLÍS, secuestrado junto a su hermano Alberto en su casa de La Tablada y que pasó una semana en el CCD “El Infierno” en diciembre de 1976. El testigo contó que en junio del ’76 había terminado el servicio militar en el Regimiento 3 de Tablada y se había dedicado a estudiar. La noche del 16 de diciembre del ’76 volvía de dar un examen en la Facultad de Agrarias de la Universidad de Lomas de Zamora, y como a las dos o tres de la mañana llegó a su casa un operativo comandado por un oficial rubio de ojos claros vestido de fajina militar verde. Se los llevaron a él y a su hermano tabicados en un viaje de 40 minutos hasta un edificio que luego supo que era la Brigada de Investigaciones de Lanús, con asiento en Avellaneda. Allí sufrieron torturas con picana eléctrica e interrogatorios. Según reconstruyó después antes había caído una chica de la Federación de Estudiantes Peronistas de Lomas, con una genda con su dirección. Tras la tortura fue recluido en las celdas de 2 x1 mts que había en el lugar, donde tenían que turnarse entre 8 personas para sentarse y respirar por la situación de hacinamiento. Allí pudo saber de varios detenidos como José Rizzo, delegado de la fábrica CEGELEC con quien pudo hablar y a quien vio con mucha pérdida de peso, Rubén Ramos, delegado de la fábrica de químicos ESEX de San Martín, y Luis Jaramillo, de la fábrica SAIAR de termotanques y calefones. También supo de Nilda Eloy, alojada en una celda contigua. El testigo refirió que en el periplo a él y su hermano curiosamente nunca les retiraron el DNI, por lo que los otros detenidos los alentaban diciéndole “Seguro salen. Avisen a la familia”. Y efectivamente luego de una semana los Solís y su hermano fueron liberados cerca de un arroyo en Villa Domínico. Su padre se encargó de contactarse con la familia de Rizzo y con los compañeros de Ramos en su lugar de trabajo. Su testimonio vuelve a convalidar la ruta de varios detenidos-desparecidos de este juicio desde la brigada de San Justo hacia el CCD de Avellaneda como destino final.
Luego fue el turno del testimonio de las hermanas PATRICIA CONGETT, la hija mayor del desaparecido Jorge Luis Congett, secuestrado el 20 de noviembre del ’76, un día antes de que Patricia cumpliera 18 años. La testigo comenzó definiendo la militancia de su padre, empleado de la Municipalidad de La Matanza, delegado gremial, militante montonero y del Partido Auténtico. Dijo que había comenzado a vincularse a tareas barriales desde el área de acción social del municipio y que pese a las condiciones posteriores al golpe de Estado había continuado militando. La noche del 19 de noviembre estaban en la casa familiar de Villa Luzuriaga, San Justo, su padre, su madre Ester Muiños y su hermana Claudia de 6 años. A las doce y media de la noche entró una patota de 12 personas a las que la testigo recordó como un grupo conjunto de policías y militares. La patota ubicó a su padre, que se había subido al techo, lo bajó y lo llevó a una piza del fondo a los golpes. Después se lo llevaron en el baúl de un auto. A Patricia le preguntaron “¿Vos sos secundaria?”, a lo que respondió que no aunque cursaba el 5to año en el Normal de San Justo, ubicado al lado de la Municipalidad y a la vuelta de la Brigada, y donde sabía que había un preceptor que era policía. Patricia mencionó que en el establecimiento hubo 8 desaparecidos de las promociones ‘69 a ‘76.
Iniciando la búsqueda de su padre con su mamá, Patricia recordó que una amiga del colegio tenía un cuñado policía, entonces decidieron ir a verlo. Era integrante de la Brigada, se llamaba Miguel Ángel Cristóbal y le confirmó el allanamiento con “área protegida” y las mandó a hablar con autoridades de la iglesia. Por ello la familia intuye que Jorge fue llevado a la Brigada de San Justo, distante a 25 cuadras de la casa familiar. Sumaron a ese dato el hecho anterior sufrido por la madrina de Claudia, Estela Gariboto, secuestrada en el año ’75 y liberada en 1981 y cuyo automóvil fue visto en la puerta de la dependencia. Para ilustrar la complicidad oficial con la represión la testigo contó que a los 3 días de su secuestro su padre fue cesanteado por “abandono de tareas” en la Municipalidad de La Matanza, intervenida por la gestión militar con el teniente Carlos Herrero y luego el comodoro Oscar Barcena. “No podemos hacer nada” les contestó el capitán Bochatey cuando le reclamaron que estaba secuestrado. La búsqueda continuó con los correspondientes Habeas Corpus, la recorrida por hospitales, regimientos, la vicaría castrense. Al igual que la familia de Chidichimo, visitaron a Graselli, quien les dijo que “sólo consolamos a las familias” y pero que en realidad pretendía decidir si “valía o no valía la pena seguir buscando”. Patricia aportó en debate la ficha de su padre confeccionada por Graselli y pidió que se lo cite a aclarar las inscripciones que allí figuran. Finalmente los Congett se vincularon a Madres de Plaza de Mayo. Pero siguieron sufriendo la represión: el 24 de marzo del ’77 sufrieron otro allanamiento donde los represores preguntaron por Jorge, a quien ya tenían secuestrado.

En su testimonio CLAUDIA CONGETT relató que en ese episodio uno de los represores la alzó en brazos y le dijo “¿No querés venir conmigo?”. Ella se grabó ese rostro pese a tener sólo 6 años. Patricia sumó por su parte que ella veía siempre a ese represor rubio cuando en las inmediaciones de la Brigada cuando iba a visitar a su padre al trabajo en la Municipalidad. Al revisar el álbum de fotografías de los represores, Patricia reconoció al rubio en dos fotos distintas del represor Ricardo Juan García. También señaló como participante del operativo a Héctor Carrera. Claudia hizo lo propio y señaló a García como quien la tuvo en brazos. Las hermanas pudieron reconstruir el destino de su padre a través de los testimonios de Nilda Eloy, en igual situación a la narrada por Florencia Chidichimo, y de Horacio Matoso, quien les sumó un dato certero: cuando es liberado del CCD “Infierno”, Matoso recibe un mensaje del detenido apodado “El Abuelo”, que le dice que vaya a avisar de su situación a la capilla Stella Maris. Matoso creyó que se trataba de la Iglesia porteña de Retiro, pero se estaba refiriendo a la capilla homónima del barrio de Villa Luzuriaga en San Justo, a la que Congett solía visitar. Claudia contó que sus padres eran creyentes y comenzaron la actividad social desde la iglesia. Por eso visitaban la capilla Stella Maris. Así pudieron colegir que “El Abuelo” era su padre, que venía secuestrado con el grupo de zona oeste de San Justo a Avellaneda.
Patricia definió con firmeza “Con casi 60 años sigo buscando a mi padre porque no tengo respuesta del estado ni de la Justicia, ni de los que participaron y no dicen lo que pasó con tantos ciudadanos. Hay algunos con varias perpetuas. Nosotros llevamos casi dos perpetuas buscando a mi viejo, porque ellos reciben perpetua y son 25 años, y encima les dan la domiciliaria”. Claudia cerró su testimonio diciendo que “el 20 de noviembre se cumplen 42 años. Queremos ser la voz de nuestro padre y que la Justicia nos escuche. Como hubiera sido la voz de Nilda Eloy y Estela Gariboto, que no llegaron a este juicio”.
Las hermanas Congett, integrantes de HIJOS La Matanza, testimoniaron ante la Cámara Federal platense hace casi 7 años, en diciembre de 2011. Pero por las inexplicables defecciones de la justicia federal deberán seguir esperando justicia ya que el caso de su padre no forma parte de la acusación de este debate, igual que otra veintena de personas que han pasado probadamente por la Brigada de San Justo.
  

La próxima audiencia será el miércoles 14 de noviembre desde las 10 hs. Para presenciarla sólo se necesita concurrir a los Tribunales Federales de 8 y 50 con DNI.

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